El futuro de la aeronáutica pasa por zánganos robóticos

Científicos del Laboratorio de Microrrobótica de Harvard han creado estos pequeños insectos robóticos con el fin futuro de colaborar con el mercado aéreo.

Cada vez que se habla de la robotización del reino animal suele aparecer por nuestros modernos cerebros el ya célebre capítulo de Black Mirror en el que abejas robóticas siembran el caos por el país británico. Si bien es cierto que en ese caso los pobres animales metálicos no tenían ninguna culpa (puesto que estaban hackeados con un fin destructivo), está claro que todo aquello que tenga que ver con animales y robótica siempre hace pensar en cuestiones negativas.

Este lado oscuro de la robótica viene dado, sobre todo, por la ciencia ficción, donde, evidentemente, el ser humano siembra sus dudas sobre una supuesta tecnología futura que escapa a su conocimiento, y por lo tanto a nuestra seguridad como seres humanos. Una decisión literaria que ha provocado que un porcentaje muy alto de la población mundial recele de cualquier tipo de experimentación relacionada con la tecnología. Y aún más si cabe si entran en la ecuación animales.

Insectos robóticos como avances tecnológicos

Lejos del terreno de la ciencia ficción, la ciencia y la tecnología siguen avanzando inexorablemente en su camino hacia el progreso. Uno de los pasos que acaba de dar es la consecución de un nuevo hito en cuanto a la microtecnología se refiere.

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Créditos de la imagen: Wired

Científicos de la universidad de Harvard del Laboratorio de Microrrobótica han creado un zángano metálico-volador, lo que le ha convertido en el primer vehículo aéreo del tamaño de un insecto. Y lo han llamado RoboBee X-Wing.

La principal novedad de este mini avión es la incorporación de pequeñas alas a modo de aletas, en vez de hélices. Además de una sustentación a través de pequeños paneles solares, es decir, que tiene una condición autónoma (aunque dicha autonomía sea mínima por ahora, unos pocos segundos).

La noticia ha salido a la luz gracias a la revista Nature Today, y ha sido recogida por la comunidad científica como un artefacto muy positivo de cara a futuras prestaciones, pero, por ahora, necesita muchas mejoras y actualizaciones para que se pueda manifestar un importante apoyo a su creación.

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