combatir el cambio climático

Por qué las ballenas son un arma maestra para combatir el cambio climático

Las ballenas capturan una enorme cantidad de CO2 de la atmósfera, que sepultan en los océanos. Una buena fórmula para combatir el cambio climático.

A estas alturas, las medidas para combatir el cambio climático no solo se basan en prevención. Desde las instituciones se apuesta por una lucha activa. Esto implica que moderar las emisiones es solo una parte de la tarea pendiente. La otra cara consiste en reducir activamente los gases de efecto invernadero.

Para conseguirlo se ha recurrido tradicionalmente a la plantación de árboles. La vegetación no solo captura CO2 sino que emite oxígeno a la atmósfera, contribuyendo al equilibrio de la misma. Sin embargo, un informe del Fondo Monetario Internacional ha puesto en valor otro recurso natural para absorber dióxido de carbono de una forma mucho más eficiente.

Se trata de las ballenas. Los cálculos realizados por el FMI apuntan que una ballena, una de las grandes, puede capturar a lo largo de su vida 33 toneladas de dióxido de carbono. Todos los seres vivos servimos como reserva de carbono, que pasan al sustrato terrestre o marino al morir. Cuanto más grande es ese ser vivo y más tiempo vive, más carbono acumula.

Esto hace que las ballenas acumulen mucho carbono dentro de sí mismas. Para hacerse una idea de lo que suponen estas 33 toneladas de CO2 , un árbol puede absorber 21 kg de CO2 durante un año. Esto quiere decir que ni en 100 años la cifra sería mínimamente equivalente.

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Además, las ballenas contribuyen con sus residuos fecales, liberados cerca de la superficie, a la generación de fitoplancton. Este vegetal marino emite la mitad del oxígeno presente en la atmósfera, pero también captura 37.000 toneladas métricas de CO2, una cifra que supone el 40% de todo el compuesto que se produce. Sería equivalente a la capacidad de absorción de dióxido de carbono que tienen cuatro bosques del Amazonas.

La obsesión por atrapar el CO2

Hoy en día ya se investigan con pujanza sistemas para atrapar el CO2 de la atmósfera y sedimentarlo o darle otros usos. En Islandia han probado a inyectarlo literalmente en rocas volcánicas, con el fin de adherirlo al basalto. También hay plantas industriales creadas para capturar el dióxido de carbono, para convertirlo en combustible o en nutrientes para la agricultura, para su uso en la industria alimentaria, como los refrescos gaseosos.

A tal extremo ha llegado esta tendencia que se han creado materiales, como el hormigón, capaces de capturar dióxido de carbono. Sin embargo, la solución podría ser mucho más sencilla. Más natural, al menos. En estos momentos hay algo menos de 1,3 millones de ballenas. Antes de que se cazaran su número era entre 4 y 5 millones. Si se promoviera que su población crezca hasta esta cifra aumentaría también el fitoplancton. Todo un impulso a la captura de dióxido de carbono y un arma para combatir el cambio climático.

Imágenes: Free-Photos, FMI

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