Siempre queremos mejorar y para esto hay que crear nuevos hábitos o cambiar algunos viejos que sean dañinos. Con la tecnología se puede lograr.
Cuando somos niños, nuestros padres dedican mucho tiempo a enseñarnos todo tipo de hábitos: cepillarnos los dientes al levantarnos y antes de dormir, bañarnos todos los días, levantarnos y acostarnos a una hora específica, y muchos otros. Al crecer no nos damos cuenta de que estos hábitos existen porque nuestros padres nos los recordaron una y otra vez hasta que se convirtieron en una rutina, y nuestro cerebro prácticamente toma la decisión solo. Por ejemplo, todas las mañana al despertar ni siquiera pensamos que hay que ir a cepillarse los dientes porque tenemos mal aliento, sino que vamos directamente al baño, buscamos el cepillo y lo hacemos sin más.
Igualmente como aprendimos este tipo de hábitos de cuidado personal cuando éramos niños, se pueden aprender muchos otros después de adultos; solamente es necesario entrenar el cerebro de la manera correcta, algo que parece ser muy difícil en una era donde existen tantas distracciones tecnológicas que nos hacen procrastinar y bajar nuestra productividad.
Sin embargo, la tecnología no tiene que ser siempre nuestra enemiga, está en nuestras manos usarla a nuestro favor, incluso cuando necesitamos crear un nuevo hábito, cualquiera que sea.
Cómo el cerebro crea los hábitos
Para poder crear nuevos hábitos en la edad adulta, lo mejor es entender cómo funciona el cerebro en este aspecto. Para el cerebro, lo hábitos son los que manejan la productividad porque cada vez que se quiera ser más eficiente en algún aspecto, este órgano vital convertirá un comportamiento en un hábito para que podamos hacerlos sin siquiera pensar.
Para entender un poco mejor esto, podemos recordar cuándo comenzamos a crear cualquier hábito o rutina que llevemos hoy en día. Por ejemplo, cuando comenzaste un nuevo trabajo o aprendiste a conducir, la cantidad de concentración que tu cerebro necesitaba era enorme para poder entender el funcionamiento de todo. En este caso, el cerebro trabaja al máximo y no puede pensar en nada más para poder retener toda la nueva información. Pero, cuando ya ha pasado tiempo y comprendes cómo la actividad funciona, esta tarea se convierte en algo automático, lo que, a su vez, hará que el cerebro lo haga sin tener que concentrarse demasiado.
La anatomía de un hábito
Un hábito consiste en un bucle de tres pasos que son muy simples pero totalmente poderosos:
- Primero aparece una señal o gatillo que hace que el cerebro entre en modo automático y que sepa qué hábito le toca usar en ese momento.
- El segundo paso es la rutina, que puede ser física, mental o emocional, y que es la acción, comportamiento o conducta.
- Finalmente, está la recompensa, que hará que el cerebro entienda que este comportamiento deberá ser recordado en el futuro para poder repetirlo.
Usualmente el gatillo y la recompensa se entrelazan para crear un sentido de anticipación y anhelo de la actividad que se usa en la rutina. Es por esto que muchos hábitos malos son tan difíciles de romper, porque el cerebro siempre va a funcionar de la misma manera y no hay forma de escapar este bucle.
Eliminar malos hábitos y crear algunos buenos
El mejor enfoque que podemos tomar para eliminar malos hábitos y crear buenos es aprovechar los que ya tenemos, pero cambiar la rutina (el paso 2) del bucle.
Por ejemplo, digamos que usualmente después de un largo día de trabajo (señal o gatillo) te provoca salir con tus amigos a beber unas cervezas. La recompensa en este caso serán dos: la posibilidad de socializar un rato y la relajación como efecto del consumo de alcohol. Entonces, habría que mantener el gatillo (después de salir de un día largo de trabajo) y la recompensa (sentirse relajado y socializar), pero cambiar la rutina. En vez de ir a tomar unas cervezas se podría invitar a los amigos a hacer algún tipo de ejercicio, el cual será un hábito muy sano y que también te relajará gracias a la liberación de endorfinas al hacer este tipo de actividades.
Este mismo método se puede utilizar para crear cualquier tipo de hábito: escoge un gatillo, cambia la rutina para incorporar una más sana y aprovecha la recompensa. Suena bastante fácil, pero no lo es, y la mejor manera de lograr que funcione es pensar constantemente en esa recompensan de manera que el cerebro la anhele tanto como sea posible. Además, otra clave importante es la repetición: hacer este cambio todos los días durante un mes será una buena solución.
Creando nuevos hábitos con la ayuda de la tecnología
Una vez que sabemos cómo funciona el cerebro, es hora de comenzar a crear nuevos hábitos o modificar los malos. Para esto existen muchas aplicaciones que te ayudarán a lograrlo, ofreciendo recordatorios y creando recompensas, algo que es necesario sin importar la edad: cuando eramos niños nuestros padres nos daban los recordatorios, pero como adultos podemos usar nuestro smartphone.
Si eres un usuario de Android, tienes disponible HabitBull o Habits Traker que usan el método de productividad de Jerry Seindfeld donde marcas todos los días en los que has cumplido con tu hábito para no romper una cadena; y Coach, que funciona como un entrenador personal para ayudarte a cumplir todo tipo de metas.
Si usas iOS, existen Habit List y Way of Life. Ambas aplicaciones incluyen recordatorios, gráficos del progreso y la posibilidad de compartir el avance en redes sociales.
Para los que quieren cambiar sus hábitos alimenticios la mejor opción es MyFitnessPal que tiene un contador de calorías, recordatorios para todas las comidas, gráficos, elementos sociales, foros e información nutricional. Si lo que quieres es perder peso y hacer más ejercicio, esta aplicación también es excelente porque se conecta con podómetros y otros gadgets para tener resultados visibles que funcionarán como una recompensa, algo vital para mantenernos motivados.
Imagen de portada: Takashi(aes256)