¿Somos capaces de ser multitarea?

En las ofertas de empleo, una de las destrezas más valoradas suele ser la gestión del tiempo, junto con otras como el trabajo bajo presión, la consecución de objetivos y la flexibilidad. ¿Pero qué queremos decir cuando hablamos de time management? La Wikipedia define esta capacidad con estas palabras:

Time management is the act or process of planning and exercising conscious control over the amount of time spent on specific activities, especially to increase effectiveness, efficiency or productivity. Time management may be aided by a range of skills, tools, and techniques used to manage time when accomplishing specific tasks, projects and goals complying with a due date.

Imaginemos cualquiera de nuestros días en el trabajo. Atiendes un proyecto, contestas la cola de e-mails que se acumulan en tu bandeja de entrada, llamas por teléfono a ese cliente con el que tienes una reunión la próxima semana, y entre medias, preparas la presentación de los resultados de la compañía de este mes. ¿Estamos preparados para aguantar los cambios de ritmo a los que sometemos a nuestro cerebro?

La clave está en mejorar nuestra atención selectiva

David Comí, socio director de la consultora Incrementis, especializada en gestión del tiempo y coaching, comentaba hace unos meses que «una cosa era moverse y otra avanzar, ya que moverse todo el día no implica rendir de verdad». Y es que la realización de varias tareas al mismo tiempo puede afectar a nuestra efectividad en el trabajo. Por ello resulta tremendamente importante ser capaces de desarrollar y mejorar lo que en psicología se conoce como atención selectiva: ser capaces de focalizarnos en un proyecto, terminarlo, comenzar otro, y así hasta terminar con nuestra lista de tareas pendiente. ¿Imposible?

Aunque la atención comenzó a estudiarse a finales del siglo XIX, no es hasta bien entrado el siglo XXI cuando se comenzó a trabajar en mejorar el proceso de la atención, evitando distracciones, y tratando de diseñar programas para entrenar estos dos conceptos. Un estudio publicado en 2009 confirmaba que utilizando actividades para reforzar la atención se podían evitar comportamientos en los que los individuos pudieran distraerse.

Un ejemplo utilizado en dicho estudio es el que se muestra en la imagen anterior. Los pacientes tenían que determinar el número de puntos rojos y verdes presentes en el array 5×5 del centro del cuadrado, y en la mitad de los ensayos se utilizaban las circunferencias coloreadas como elementos distractores. Se observó que en los casos en que había un estímulo de distracción, los individuos confundían el número de puntos rojos y verdes del array, pero con cierto período de entrenamiento, eran capaces de evitar las distracciones y focalizar su atención de forma exclusiva en la zona coloreada del centro.

Este aprendizaje puede deberse a dos mecanismos diferentes que se dan en la zona del córtex visual, ya que se reduce la interferencia de las regiones en los extremos en nuestro campo de visión, de forma que mejora nuestra atención espacial. Existen imágenes obtenidas mediante resonancia magnética nuclear funcional que documentan la variación de actividad cerebral, en función de dónde fijemos nuestra atención: si en la tarea principal o en los estímulos distractores.

Regiones cerebrales activadas en presencia del elemento distractor (izquierda) y en ausencia (derecha) - (Kelley & Yantis, Front Hum Neurosci. 2010; 4: 216)

La importancia de focalizar nuestra atención resulta imprescindible para evitar distracciones. ¿Y cómo lo hacemos si vivimos rodeados de este tipo de elementos? Minimizar las interrupciones en nuestro día a día y utilizar la técnica conocida como GTD puede ayudarnos a mejorar nuestra gestión del tiempo, y a ser capaces de llevar a cabo múltiples tareas, evitando el estrés y mejorando nuestra efectividad.

Imagen | Flickr

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