Cada vez utilizamos más objetos que forman parte de la red del Internet de las cosas. Pero, ¿sabemos realmente qué es el IoT?
El internet de las cosas se refiere a los billones de dispositivos electrónicos que están conectados a Internet, recogiendo y compartiendo datos. Gracias a procesadores y redes de bajo coste, es posible transformar cualquier cosa en una parte del IoT. Cada vez más grande, el IoT conecta actualmente más cosas que personas en el mundo.
Una bombilla controlada por smartphones es un dispositivo IoT. Desde un juguete hasta un camión autónomo, pasando por milagros de ingeniería como los jets, todo puede ser parte del IoT. A mayor escala, proyectos de ciudad inteligente están instalando sensores en regiones para entender y controlar el entorno.
El término IoT se utiliza normalmente para dispositivos de los que no se esperaría que tuvieran conexión a Internet y que pueden comunicarse con la red sin necesidad de acción humana. Por tanto, un ordenador no sería considerado como un dispositivo IoT, pero sí lo sería un smartwatch o una fitness band.
Esta idea de implantar sensores e inteligencia a objetos de uso diario ya fue discutida en los años 80 y 90. Pero, aparte de una máquina expendedora conectada a Internet, el proceso tuvo que esperar hasta ahora, ya que la tecnología del momento no estaba preparada para llevarlo a cabo.
En sus inicios, el IoT interesaba a negocios e industrias debido a sus aplicaciones M2M (machine-to-machine). Hoy, está llenando nuestras casas y oficinas con dispositivos inteligentes.
IoT, una herramienta para las empresas
Se conoce como IoT industrial al que está pensado para las empresas. Los beneficios de su uso son, entre otros, el acceso a un gran volumen de datos de sus propios productos y sistemas internos.
Si se añaden sensores a los componentes de los productos, estos podrán mandar datos sobre su funcionamiento, ayudando a las empresas a descubrir cuándo un componente podría fallar y sustituirlo antes de que ocasione daños.
Estos datos también se pueden utilizar para conseguir cadenas de proveedores más eficientes, ya que dispondrán de datos exactos y reales sobre lo que necesitan y el estado de sus productos. El IoT genera ingentes cantidades de información que necesitan ser analizadas. Esto significa que el Big Data será vital para sacarle el máximo partido a los dispositivos que sean parte del IoT.
El IoT ayudará a las personas mayores
El IoT no solo beneficiará a las empresas. Sus procesadores prometen hacer nuestros hogares, oficinas y vehículos más inteligentes, con dispositivos como Echo, Aura o Google Home.
Probablemente, las casas inteligentes sean el punto donde los consumidores se pondrán en contacto con dispositivos IoT, por lo que es el área donde los grandes de las telecomunicaciones están compitiendo.
Aunque lo más conocido son estos altavoces inteligentes, también hay dispositivos más sencillos que pueden facilitar nuestro día a día, como bombillas, termostatos o frigoríficos que pueden ser controlados desde nuestro smartphone.
El uso del IoT podría facilitar, además, la vida a las personas mayores, permitiéndoles estar en sus hogares durante más tiempo sin la necesidad de que alguien los cuide. Los objetos informatizados pueden conectarse con los servicios de emergencia inmediatamente, mientras ayudan con las tareas del hogar.
¿Qué pasa con la privacidad de nuestros datos?
La seguridad es un gran problema del IoT. Los sensores recogen, en algunos casos, datos muy sensibles como qué haces o dices en tu hogar. Es vital que el IoT encripte esos datos en tránsito para ganarse la confianza de los consumidores, ya que hasta ahora no hay registros sobre protocolos de seguridad del IoT.
El IoT recogerá datos de tus actividades diarias: a qué hora te levantas (máquina de café inteligente), qué comida consumes (frigorífico inteligente), quién visita tu casa (timbres inteligentes) o qué piensan tus hijos (juguetes inteligentes). Esto presentará todo un reto en la protección de datos, que tanto preocupa a los consumidores hoy en día.
Es importante que los consumidores entiendan el intercambio que están haciendo, y si están felices con ello. ¿Estaría un equipo de ejecutivos dispuesto a tomar decisiones importantes en una sala con cámaras y altavoces inteligentes?
Si el IoT no está correctamente instalado, podría facilitar la entrada de hackers y filtrar información de manera sencilla.
Nos acercamos a una era inteligente
Los precios de sensores y comunicaciones no paran de caer, por lo que cada vez es más rentable integrar objetos al IoT. Aunque ahora parezca que muchos de ellos no aportan gran valor a los consumidores, el número de dispositivos no para de crecer, por lo que nuestro entorno acabará estando completamente conectado a aparatos inteligentes.
Si aceptamos comprometer, en parte, nuestra privacidad, dentro de muy poco estaremos en la era inteligente; donde, quizá, algunos añoren los días en los que una silla era solo una silla.