Un estudio procedente de Siberia apunta que la introducción de renos y bisontes para mantener el permafrost del Ártico ralentizaría el calentamiento global.
Sergey Zimov nació en 1955 en la Unión Soviética y puso en marcha su estación científica en el la región ártica en 1977. Desde aquel momento ha pasado su tiempo estudiando el permafrost del Ártico. Esta capa permanentemente helada propia de los glaciares o de los polos está en peligro. Ya lo avisó este peculiar científico, que vive en uno de los lugares habitados más septentrionales de la Tierra.
Zimov planteó hace décadas que el permafrost del Ártico se estaba derritiendo. Este fenómeno, apuntaba, presenta un riesgo para el medio ambiente. Porque este suelo helado contiene una enorme cantidad de gases, como dióxido de carbono y metano. Si se derrite, todos estos compuestos serían emisiones contaminantes. El científico ruso expone que una gran cantidad de materia orgánica, procedente de animales y plantas, quedó atrapada hace miles de años en el permafrost. A partir de ahí los microorganismos la han descompuesto originando gases.
Si el permafrost del Ártico se derrite todos estos gases se añadirían a los que ya soporta el planeta. Y Zimov ha comprobado a lo largo de las últimas décadas que este suelo se está fundiendo.
Sin embargo, en la estación científica de Zimov, que trabaja con su hijo en las investigaciones, han hecho algo más que estudiar. También han pensado soluciones. Y más aún: las han empezado a poner en práctica.
El Ártico necesita protección
El científico ruso cree que devolver el Ártico al aspecto que tenía en la Edad de Hielo contribuirá al mantenimiento del permafrost. Es un objetivo a largo plazo. Pero se basa en dos principios que a día de hoy se pueden aplicar. El primero de ellos es crear praderas en lugar de bosques. Los árboles retienen más el calor. Las superficies únicamente pobladas de hierba alta conservan más el frío.
Lo segundo es llevar al Ártico los mismos animales que había en la Edad de Hielo. Por eso, el proyecto de Zimov ha empezado a llevar renos y bisontes a aquellas latitudes. La presencia de estos animales favorece la conservación de la capa helada, según sus estudios. En última instancia, lo ideal sería llevar mamuts lanudos. Aunque evidentemente eso ya es otro proyecto que escapa de sus manos.
La preservación del Ártico se revela fundamental, como indican algunas investigaciones. No solo en un sentido medioambiental. Económicamente, su destrucción también sería una catástrofe de proporciones inimaginables.