Para que comprendas la importancia de las cremas de protección solar, te vamos a explicar cómo realmente actúan en tu piel y cómo evitan que los rayos del sol dañen nuestro cuerpo.
Ya los sabes, con la llegada del verano tenemos que tomar una serie de precauciones. En el caso de la radiación solar y las altas temperaturas, las recomendaciones son la constante hidratación, evitar horas de calor extremo y utilizar cremas de protección solar.
Aunque te parezca que no, nuestra piel está expuesta a una enorme cantidad de factores que pueden provocarle quemaduras que más tarde podrían convertirse en enfermedades graves como, por ejemplo, el cáncer de piel. En serio, no es ninguna broma y es algo que la OMS recuerda cada año con informes y publicaciones al respecto. Y es que los expertos han alertado de al menos un incremento del 38% de los casos de cáncer de piel en los últimos cinco años, casi un 10% más de casos al año.
Por desgracia, no es difícil encontrarse a bañistas o turistas en verano con la piel completamente enrojecida. No tener cuidado con tu piel y tomar a la ligera la radiación ultravioleta que absorbe tu cuerpo podría pasarte factura. Por ello, es esencial que entiendas que el uso de cremas de protección solar debería ser algo casi obligatorio a la hora de salir a la calle en verano.
Para que comprendas la importancia de ésta, te vamos a explicar cómo realmente actúan en tu piel y cómo evitan que los rayos del sol dañen nuestro cuerpo.
Protección contra rayos UVB y UVA
Para que te hagas una idea, la radiación solar está compuesta por un 45% de radiación visible, un 50% de radiación infrarroja, ambas inofensivas, y un 5% de radiación ultravioleta, la más peligrosa. De ésta última radiación más dañina, a nuestro planeta llegan de varios tipos: UVA, UVB y UVC. Sin embargo, la UVC, que es la más dañina, es repelida por nuestra capa de ozono. Aunque si seguimos maltratando al medio ambiente pronto nuestra atmósfera estará llena de agujeros en la capa de ozono, con su consiguiente efecto.
Volviendo a las formas de radiación, la UVB es la radiación solar protagonista del verano y la causante de nuestras quemaduras. Mientras tanto, la UVA penetra en las capas más profundas de la piel y tiene un efecto más lento en nuestra piel, deteriorándola y envejeciéndola.
Filtros físicos y filtros químicos
Las cremas de protección solar tienen diferentes características y se sirven de dos tipos de filtros para evitar que el sol queme nuestra piel. Existen dos tipos de filtros, que antiguamente no solían mezclarse en productos, pero que ahora componen unidos la mayoría de las cremas ya que consiguen mayor protección:
- Filtros físicos: Más antiguos y están compuestos por minerales. Deshidratantes y, debido a su composición mineral, dejan rastro blanquecino en la piel.
- Filtros químicos: Más modernos y están basados en compuestos de carbono. Hidratan y no dejan marcas en la piel, aunque se pueden degradar con más facilidad.
Como te he dicho anteriormente, las cremas de protección solar modernas utilizan estos dos tipos de filtros para conseguir que tu piel esté más segura. Estos compuestos, se pegan a tu piel repeliendo la radiación UVB y la UVA, aunque en menor medida.
Según los expertos, las cremas hay que aplicarlas generosamente, es decir, alrededor de 2 miligramos/cm2. Lo conveniente es que, una vez aplicado, se deje reposar unos 30 minutos para que se una a nuestra piel y así evitar que el sudor o el agua la elimine.
Y es que, la clave está ahí, en que los compuestos de la crema hidraten nuestra piel, es decir, penetren en ella, y sean capaces de repeler los rayos desde el interior. Al fin y al cabo, es como si lleváramos ropa encima, pero en forma de crema y pegada a nuestra piel.