A todos nos ha ocurrido en alguna ocasión. Vas a tu tienda, local, bar o restaurante de referencia y todo parece cambiado. La comida no está igual de buena, el trato al cliente no es el habitual… Han cambiado de dueño y ya no es como antes. En Twitter se está viviendo una situación similar tras su adquisición por parte de Elon Musk. Desde su llegada, el caos se ha adueñado de esta red social. Y muchos han encontrado una alternativa a Twitter que no depende de los cambios de humor de su propietario: son las comunidades asociadas.
Cuando todo va bien, no nos preocupamos de quién es el administrador de cierto servicio o aplicación de Internet. Pero llega un momento en el que cambian las normas de uso, se producen cambios y empiezan las quejas. Pero los responsables de esa plataforma hacen caso omiso. ¿A quién acudir? La alternativa a depender de plataformas privadas con un propietario caprichoso pasa por las comunidades asociadas. Gracias a protocolos abiertos y descentralizados, es posible gestionar tu propia red social y federarla con otras.
Precisamente por eso, Mastodon se ha convertido en la principal alternativa a Twitter. No está a la venta. Su red está descentralizada. Cualquiera con los conocimientos suficientes pueden crear su propio servidor y mantenerlo privado o abrirlo a Internet y federarlo con los demás servidores. Siguen habiendo normas de comportamiento y de uso de la plataforma, pero han sido creadas por una comunidad de personas que creen en la libertad de expresión y en que la diferencia de opinión no es excusa para bloquear usuarios o censurar enlaces a otras plataformas.
El fediverso, la Internet de las comunidades asociadas
Internet se creó como un espacio neutral en el que cualquiera podía crear su propia plataforma donde publicar páginas web, ofrecer servicios de correo electrónico, mantener foros de opinión y mil y una actividades que hemos visto a lo largo de los años. Redes sociales, plataformas de vídeo bajo demanda, streaming de videojuegos, juego online… Gracias a la naturaleza de Internet, todo es posible en esta red de redes. Dentro de cierta legalidad y de unos códigos y normas de comportamiento, claro está.
Pero en ocasiones, algunas de estas actividades online se ven afectadas por cambios que se producen por parte de quienes dirigen o mantienen esa plataforma. Están en su derecho. Pero no quita que los usuarios se quejen o consideren que son parte de ella y viceversa. Y aquí es donde entran las comunidades asociadas.
Hay quien llama a este movimiento fediverso, que une las palabras federación y universo. Internet es un universo virtual. Y los servicios y plataformas que se crean a su alrededor pueden ser independientes, como ocurre en el ámbito privado, o federarse, como ocurre con plataformas como la recientemente descubierta por muchos, Mastodon.
En vez de depender de una plataforma privada, hospedada en unas máquinas propiedad de la propia plataforma, las comunidades asociadas deciden descentralizarse para evitar esa dependencia. Puedes elegir a qué servidor conectarte en función de dónde vives, tu idioma, tus valores, tus temas de interés, etc. Y puedes hablar e intercambiar opiniones con los miembros de ese servidor pero también interactuar con miembros de otros servidores. De ahí lo de comunidades asociadas. El resultado es similar a Twitter. Un único espacio común pero con compartimentos independientes que no se ven afectados si el propietario de un servidor decide bloquear a usuarios que dicen algo que no le gusta.
Comunidades asociadas, todo en manos del usuario
En la práctica, el funcionamiento de las comunidades asociadas es idéntico al de las redes sociales convencionales a las que estamos acostumbrados. Te registras como usuario y ya puedes publicar mensajes, vídeos o fotografías. Seguir a otros usuarios, responder a sus mensajes, etc. Pero hay pequeñas grandes diferencias que convierten las comunidades asociadas en un lugar que depende menos de los vaivenes de sus propietarios.
Los servidores no dependen de un anunciante o empresa con accionistas o dueños caprichosos. En su lugar, cualquiera puede montar su servidor. Luego, el mantenimiento se sufraga mediante donaciones de la comunidad o de organizaciones que comparten los mismos valores por la libertad de expresión y la defensa del software libre. Y, a su vez, cada servidor es libre de mantenerse privado o de crecer asociándose al resto. De ahí que, volviendo a Mastodon, puedas elegir con qué servidor te vas a registrar en vez de haber uno solo como ocurre en Twitter. Y si no te gustan sus reglas, siempre puedes migrar tu cuenta a otro servidor. Tan fácil como suena.
El movimiento que apoya y mantiene este tipo de comunidades asociadas lleva años en funcionamiento. Quienes lo respaldan vieron antes que nadie qué podía pasar cuando alguien toma las riendas de una red social y decide convertirla en un espacio viciado y con reglas que cambian prácticamente a diario. De ahí que las principales alternativas a Twitter a las que han acudido muchos de sus usuarios estén basadas en el sistema de comunidades asociadas.
Como curiosidad, uno de los objetivos fundacionales de la Web3 es precisamente descentralizar Internet para no depender de determinadas organizaciones. Empleando tecnologías como el blockchain, el objetivo es que los internautas disfruten de una Internet más segura, anónima y abierta a todo el mundo. Y una de las claves es la apuesta por las comunidades asociadas. No depender de una única plataforma que decida cómo debemos relacionarnos y qué podemos o no decir saltándose las leyes y normas de convivencia aprobadas entre todos.