La exploración espacial vivió una época dorada en la segunda mitad del siglo XX impulsada por la rivalidad entre dos grandes potencias mundiales: Estados Unidos y la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Entre los frutos de esa rivalidad surgen los satélites artificiales, la llegada del ser humano al espacio y, posteriormente, su alunizaje. La Luna fue el primer lugar que pisó la humanidad aparte de la Tierra. Y la exploración lunar sigue siendo importante décadas después.
Hemos enviado sondas, satélites y otros aparatos con tecnología punta por todo el espacio. Nuestros ingenios tecnológicos han tocado Marte y Venus. Y han fotografiado rincones del espacio que desconocíamos. Incluso hemos traído muestras para estudiar. Pero para llegar allí donde solo ha llegado la ciencia ficción, la exploración espacial necesita seguir avanzando. Y en ese terreno, la Luna es una pieza clave.
Vivimos una nueva era en la carrera espacial en la que gigantes como China o India compiten de tú a tú con la NASA estadounidense, la Roscosmos rusa o la ESA europea. Cada uno con su propia agencia espacial que compiten o colaboran en distintas misiones en un calendario a corto, medio y largo plazo. Y todos esos países saben que para llegar a los rincones más lejanos del universo necesitamos avanzar en la exploración lunar. La Luna es la primera parada.
La exploración lunar en el siglo XXI
A finales de 2013, China lograba que su vehículo robótico Yutu, a bordo del módulo de aterrizaje robotizado Chang’e 3, alunizara sin problemas. Solo pudo recorrer 114 metros, pero era todo un hito. Desde 1976, ni el ser humano ni ningún robot pisaba la Luna. En 2019, China alunizaba de nuevo con su Chang’e 4. En esta ocasión, en la cara oculta de la Luna. Y el robot Yutu 2 exploró durante más de 1.000 días una parte de nuestro satélite que nunca habíamos visto. Luego vendría Chang’e 5, a finales de 2020, para tomar muestras lunares.
Por su parte, India también ha realizado dos misiones a la Luna, por el momento. En 2019, envió la misión Chandrayaan 2. En esa ocasión, no logró alunizar correctamente. Perdieron contacto y, posteriormente, supieron que su módulo de aterrizaje se estrelló y quedó destruido. Pero este verano, la misión Chandrayaan 3 logró colocar un vehículo robótico en suelo lunar. Todo un hito para este país y para toda la humanidad.
Rusia también intentó enviar una nueva misión a la Luna este verano. De nombre, Luna 25. Recordemos que la misión anterior, Luna 24, fue en 1976. Pero el dispositivo chocó en vez de alunizar suavemente. Estados Unidos también tiene intenciones de enviar misiones en esta nueva etapa de la exploración lunar. Aunque no será hasta 2025. Y la ESA europea tampoco se quiere quedar atrás. Eso sin contar con los proyectos privados que también tienen intereses en formar parte de esta nueva aventura espacial. También se habla de Japón, Corea del Sur y Emiratos Árabes Unidos. Este último país, sin apenas experiencia en exploración lunar o espacial.
La importancia de la Luna para viajar al espacio
Estados Unidos, Rusia, China, India y la Unión Europea, entre otros, quieren volver a la Luna por una razón importante: colonizar nuestro satélite. Crear bases lunares en las que haya población permanente. Algo similar, pero a mayor escala, de lo que ocurre en la actualidad en la Estación Espacial Internacional. Que, por cierto, si nada cambia, tiene fecha de caducidad: 2030. Y aunque poblar la Luna ya es de por sí toda una proeza en la exploración lunar y espacial, no es más que un paso intermedio hacia un propósito mucho más importante: llegar a otros planetas.
La Luna será el campo de pruebas para las tecnologías venideras que han de facilitar los viajes espaciales que lleven humanos a Marte y más allá. Algo muy lejano todavía en el tiempo pero que ya no es algo imposible. Las características de la Luna permitirán a científicos, ingenieros y astronautas a prepararse mejor y a encontrar nuevas maneras de viajar por el espacio. En la actualidad, las pruebas de lanzamiento, de aclimatación o de resistencia se realizan en entornos simulados, como desiertos o instalaciones especializadas. La Luna permitía hacer pruebas en un entorno real.
Pero hay más. La Luna también hará de base de lanzamiento de las futuras misiones. Precisamente, uno de los problemas que tienen las agencias espaciales para enviar naves al espacio es la gran cantidad de energía necesaria para despegar desde la Tierra. En la Luna, ahorraríamos combustible. Los despegues serían más prácticos y menos costosos. Por ahora, se habla de Marte como destino principal. Pero, claro está, en décadas podríamos hablar de otros destinos más lejanos.
Más razones para explorar la Luna
Tampoco olvidemos que la exploración lunar nos ha reportado grandes inventos que disfrutamos en la actualidad. Y esto seguirá siendo así en los próximos años. Hay muchos ejemplos. Las comunicaciones por satélite, la geolocalización por GPS, la telefonía móvil y otros muchos avances en la conservación de alimentos, nuevos tejidos y protecciones y un largo etcétera. Las sinergias públicas y privadas entre agencias espaciales y empresas privadas darán frutos en campos como la medicina o las comunicaciones.
Siguiendo con la colaboración pública y privada, la exploración lunar incentivará la economía mundial. O, mejor dicho, ya la viene incentivando desde hace décadas. Solo en el caso de India, como nueva potencia aeroespacial, la tecnología empleada en sus misiones proviene de empresas con sedes en Suecia, Alemania, Reino Unido, Bulgaria o Estados Unidos. Y esto se extiende a la NASA o la ESA, para la que trabajan de manera directa o indirecta empresas de todo el mundo.