La mirada es la protagonista de un lenguaje expresivo y riguroso, con independencia de que este se produzca en un entorno físico o digital. Tiene un gran poder comunicativo y cautivador. Es un reconocido rasgo de inteligencia y de identidad de las personas. Define a quien la ofrece, y exige intención y voluntad.
El contacto visual, o su ausencia, revela si nos agrada lo que dice un interlocutor. Incluso si el propio sujeto nos gusta o disgusta.
Se dice que cuando nos manejamos en los entornos digitales nuestros interlocutores no pueden sentir que los miramos a los ojos. Nada más lejos de la realidad…
La cámara, los ojos de las personas que interactúan en la red
Miles de reuniones, webinars y encuentros virtuales diversos se producen a diario. Miles de situaciones en las que los asistentes no saben cómo relacionarse por desconocimiento del soporte en el que se manejan. Miles de eventos en los que nos sentimos inseguros porque no miramos, porque no nos miran.
La tecnología permite, y en ocasiones dificulta, las interacciones virtuales. Las personas que se interrelacionan marcan la dirección, el tono y el estilo de comunicación.
En las interacciones que mantenemos con otros usuarios o internautas, el contacto visual es el regulador de la conversación que mantienen. La duración de la mirada, así como su ausencia, orientan de forma acertada sobre las intenciones de los participantes en la charla.
La falta de contacto visual se asocia, inequívocamente, con falta de credibilidad.
El poder de la mirada digital en las relaciones virtuales
Desviar la atención mientras se habla o escucha revela distintas intenciones. Entre otras, destacan:
- Desinterés hacia el tema tratado.
- Muestra de indiferencia, vergüenza o inseguridad.
- Indicación de que el hablante vaya finalizando su charla.
La mirada de reojo revela la emoción que muestra la persona que habla, y tiene varias interpretaciones. Fundamentalmente:
- Complicidad o interés, se suele ofrecer con las cejas elevadas y una sonrisa.
- Ansiedad.
- Nerviosismo.
- Inseguridad.
- Actitud sospechosa u hostil, si se acompaña de un ceño fruncido, cejas caídas y comisuras de la boca enfocando al suelo.
El significado de las pupilas en la comunicación digital
Otro indicador incuestionable de su significado es la dilatación o contracción de las pupilas, difíciles de detectar a través de una pantalla. Ofrecen una comunicación honesta y tienen un significativo componente emocional.
En la comunicación digital, el lenguaje de los gestos es revelador. La proximidad de los participantes, que ofrece la pantalla, permite apreciar con detalle los mensajes valiosos que envían las pupilas.
Se dice que las pupilas delatan, al ser ajenas a nuestro control consciente. En general, las pupilas dilatadas desvelan que algo o alguien nos gusta, por lo que dice, por como lo dice, por su aspecto u otras cuestiones. Y las pupilas contraídas se asocian con la hostilidad. Las pupilas dilatadas confirman la participación en una situación placentera, grata y cómoda para los participantes. Con frecuencia, ejercen un efecto recíproco en las personas que observan. Unas pupilas contraídas son indicadoras de tristeza, desagrado, hostilidad, irritabilidad, cerrazón o enojo.
Estos efectos positivos suelen detectarse en distintas situaciones. Destacan los encuentros en espacios poco o mal iluminados y cuando se ingieren medicamentos antihistamínicos, descongestionantes, anticonvulsionantes y, entre otros, contra los mareos. Efectos que se manifiestan en bastante menor medida que la resultante en las situaciones agradables.
Los estudios científicos afirman que la mayor parte de las personas percibimos de forma natural la comunicación fluida que se produce entre hablantes con las pupilas dilatadas. Se genera un interés mutuo que favorece a la relación y la transmisión de mensajes.
Las cejas ocupan un papel significativo en la transmisión de información y la generación de percepciones. Su enfoque hacia abajo provoca distanciamiento. Si la dirección apunta hacia arriba, muestran humildad.
Un selfi permanente…
Interactuar a través de la pantalla de un dispositivo tecnológico ofrece la sensación de estar en un selfi permanente. Nos vemos en todo momento, durante toda la interacción, apreciando esos detalles físicos que nos gustaría disimular. Manifestando, en toda su amplitud, cómo nos mostramos a los demás.
Familiarízate con la cámara, siéntela tu amiga, esa persona a la que te estás dirigiendo, con la que deseas conectar y compartir información, ideas, proyectos, sueños…
Cuando hables, dirígete a la cámara. Tu auditorio sentirá que los miras a los ojos.
Cuando escuches, mira a la pantalla. Podrás leer el lenguaje corporal y las expresiones faciales de tus interlocutores.
Sentir que te miran a través de una pantalla facilita la conexión con tus escuchantes. Promueve este contacto a través de tu mirada digital.
Sé tú, muéstrate tal y como eres en tus interacciones virtuales.
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