La saturación del espectro radioeléctrico es un tema de debate recurrente. Las interferencias en la señal también son algo común, muchos aparatos electrónicos las pueden causar al acercarse al lugar de la recepción. Pero lo que ha ocurrido en la ciudad de Wangaratta, en la parte sureste de Australia, tiene poco de habitual. Una nevera, repleta de cervezas, eso sí, ha sido un quebradero de cabeza para los usuarios móviles de la operadora Telstra en la localidad y también para sus ingenieros, que buscaban desesperados el origen de un ruido que impedía el despliegue adecuado de las comunicaciones.
En Wangaratta, de 17.000 habitantes, a unos 230 kilómetros de Melbourne, comenzaron a producirse interferencias en la red móvil que afectaban a varias zonas de la ciudad. Los problemas causaban fallos en las comunicaciones de los usuarios, pero la operadora Telstra, la mayor de Australia, no lograba identificar el origen. Normalmente, en estos casos se trata de detectar la causa del trastorno mediante software. Unos algoritmos rastrean grandes porciones del sistema buscando deficiencias.
Si esto no da resultado entonces entran en acción los ingenieros, que acuden al terreno a examinar por sus propios medios qué está ocurriendo. Eso fue exactamente lo que pasó en Wangaratta. Un grupo de técnicos embutidos en trajes negros y armados con antenas Yagi (de tipo unidireccional, que sirven para rastrear la señal de interferencia) se dispusieron a recorrer las calles en busca del problema.
El rastro estaba claro. Todas las antenas llevaron a sus portadores al mismo lugar: la casa de Craig Reynolds, un residente de la ciudad que no le había dado mayor importancia a todo el jaleo que estaba teniendo lugar. Tampoco le había dado importancia a otra cosa: su nevera surtida de botellines de cerveza. Cuando los ingenieros se reunieron ante la puerta de Craig y llamaron para pedir permiso y entrar a su casa debió de ser una sorpresa. Pero mayor lo fue ésta al identificar los técnicos que las interferencias provenían del motor de su nevera, que estaba distorsionando las señales eléctricas.
El poder de un electrodoméstico
La causa de las interferencias en varias partes de la ciudad era una simple nevera en el garaje de una casa. Los ingenieros de Telstra comentaron que cualquier chispa eléctrica de una cierta magnitud puede generar un ruido en el espectro de radiofrecuencia suficiente para provocar apagones en la banda de 850mHz. Sobre este espacio viajan nuestras llamadas de voz y el tráfico de datos.
Cuando los técnicos detectaron el problema y se lo explicaron al dueño del electrodoméstico en cuestión, el bueno de Craig mostró su sorpresa porque algo como aquello pudiera tumbar parte de la red móvil. “Realmente es para pararse a pensar. Voy a correr a ver si mi nevera funciona bien la próxima vez que haya un problema con la red”, dijo.
Imagen: Lachlan Hardy