¿Te imaginas estar caminando por la playa y que bajo tus pies se encuentren millones de Tamagotchis sepultados por la propia Bandai? Hay una leyenda urbana que así lo sugiere, y es cuanto menos interesante. Al parecer, existen 35 millones de Tamagotchis enterrados en una isla artificial de la Bahía de Tokio, en Japón, y si te estás preguntando cómo llegaron ahí, parece que hay una explicación bastante curiosa. Es, eso sí, un motivo totalmente absurdo.
Para entender la leyenda es necesario remontarse unos años atrás, concretamente, a 1996. Ese año, la compañía japonesa Bandai lanzó en su país natal el Tamagotchi. Este pequeño dispositivo electrónico con forma de huevo y una pequeña pantalla, permitía a los usuarios cuidar a una mascota virtual accionando únicamente tres botones. Rápidamente, el juguete se hizo extremadamente popular entre los ciudadanos de todas las edades. De hecho, tan solo un año después de su lanzamiento, Bandai comenzó a comercializar el Tamagotchi a nivel global. En 1998, dos años después de su debut, la compañía había conseguido vender más de 20 millones de unidades solo en Japón, y una cifra similar fuera del país.
La fiebre de los tamagotchis fue imparable durante los dos primeros años: todo el mundo quería uno, y todas las tiendas de juguetes y electrónica querían stock para poder venderlos. Tres años después, en 1999, el interés por cuidar de esta mascota virtual comenzó a caer en picado. Ese mismo año, el caos empezó a desatarse en Bandai.
Un error de Bandai: el absurdo motivo por el que supuestamente hay millones de Tamagotchis enterrados

La demanda y el interés cayeron tanto, que las tiendas empezaron a devolver a las fábricas decenas o incluso centenares de cajas de Tamagotchis que no conseguían vender. Sin embargo, y según comentan varias fuentes, un error de comunicación interno hizo que Bandai continuara fabricando unidades. La compañía, además, estimó una demanda muy lejos de la realidad. Y entre devoluciones y la producción continuada, se llegó a generar un excedente de 2,5 millones de unidades, con pérdidas equivalentes a unos 6.000 millones de yenes, que al cambio actualmente serían unos 37,5 millones de euros.
La cifra de Tamagotchis que no consiguieron venderse o que se fabricaron por error llegó a alcanzar los 35 millones de unidades. Esto hizo a muchos preguntarse qué estrategia había utilizado Bandai para deshacerse de ellos. Aquí es donde nació la leyenda, que dice que la compañía optó por enterrar todos los Tamagotchis sobrantes en la isla artificial de Odaiba. Esta fue construida en 1853 como una fortaleza defensiva, pero durante varios años vivió un periodo de remodelación para convertirse en zona turística. Hay quien dice que Bandai aprovechó las reformas para enterrar los juguetes.
Sin evidencias que confirmen la historia
En cualquier caso, no hay ninguna evidencia que confirme que Bandai realmente enterrara 35 millones de Tamagotchis en una isla artificial en Japón. Lo más probable, de hecho, es que la compañía optó por destruir estos dispositivos de manera más convencional y respetuosa con el medio ambiente.
La historia recuerda mucho al entierro de los cartuchos del videojuego de E.T. para Atari en un vertedero de Nuevo México por un motivo similar: un boom y una caída estrepitosa de las ventas. Si bien este entierro también se consideró una leyenda, en 2014 un grupo de investigadores de Microsoft descubrió cientos de copias enterradas en un vertedero de la ciudad de Alamogordo.