Aunque la investigación en materia de exploración espacial es mayoritariamente pública, el sector privado está entrando con fuerza en el mercado.
Si hay un ejemplo, un espejo que refleja como ninguno la capacidad de innovación de un país, éste es la investigación del espacio. Desde siempre, los hombres hemos anhelado conocer lo que hay más allá de nuestra atmósfera, de nuestro pequeño planeta.
En la segunda mitad del siglo XX, momento en que la exploración del universo vivió su mayor apogeo e impulso debido a los avances científicos, eran dos países los que se disputaban la conquista del espacio: EEUU y la antigua URSS. Sin embargo, con la caída del bloque soviético y el proceso cada vez más intenso de globalización, ahora la carrera espacial cuenta con más países involucrados que nunca. Estados Unidos y Rusia, junto a China, siguen siendo los grandes estandartes en esta línea, pero cada vez es más relevante el peso que está logrando la Unión Europea (a través de la ESA), con España como Estado miembro de esta alianza.
Investigación mayoritariamente pública
En nuestro país, al igual que en la mayor parte de Europa, la investigación y la ciencia suelen estar sustentadas económicamente por el Estado, bien a través de las distintas universidades, como de instituciones específicas para estas labores.
España es uno de los miembros de pleno derecho de la ESA (European Space Agency) y, a través de ella, uno de los propietarios de la Estación Espacial Internacional. Con una aportación de 85 millones de euros anuales el pasado año, la ESA mantiene en nuestro país varias antenas de exploración espacial, así como una Estación de Seguimiento de misiones en Villanueva de la Cañada (Madrid). También de la mano de nuestros vecinos europeos, España participa en el diseño y construcción de algunas de las naves y equipos que la ESA envía fuera de los límites de la tierra. Esto es así gracias a que nuestro país es uno de los socios principales de EADS, uno de los principales fabricantes de aviones comerciales –Airbus– y militares, además de equipamiento cosmonáutico.
En cuanto a la investigación espacial llevada a cabo exclusivamente en España, destaca la instalación y gestión de los dos grandes telescopios de las Islas Canarias, considerados de los más potentes del mundo, que están bajo la batuta del Instituto de Astrofísica de Canarias, en el que participan (además de los gobiernos central y autonómico) el CSIC y la Universidad de La Laguna.
Creciente peso de la industria privada
No sólo de las aportaciones públicas, destinadas principalmente a la investigación puramente científica, se compone la aportación española a la exploración del espacio. Y es que pocas pero muy potentes empresas de nuestro país se están introduciendo en este sector, proponiendo innovaciones que pueden revolucionar diversas áreas en un futuro más cercano que lejano. Un buen ejemplo de ello es Elecnor Deimos, empresa en la que llegó a participar el astronauta Pedro Duque, que está especializada en el diseño, implementación, operación y explotación de un sistema espacial completo de observación de la Tierra.
Esta compañía ha puesto en órbita un satélite, el Deimos-1, con un sensor óptico multiespectral, con una resolución de 22 m y un amplio barrido de más de 600 km. El satélite graba a bordo las imágenes de la Tierra para su posterior volcado en la estación de seguimiento de satélites de la compañía en Valladolid. Gracias a su gran barrido, este satélite permite realizar dos coberturas completas de España y Portugal en una semana, y una cobertura completa de toda Europa en tan solo 10 días. ¿Su principal utilidad? La teledetección de cambios en la geografía de una zona con una precisión nunca antes vista, lo cual es perfecto para labores agrícolas o para el control y vigilancia de inundaciones u otras catástrofes naturales.