Sí, el espacio tampoco está exento de contaminación. Estamos más que habituados a la contaminación lumínica de la Tierra, nos sonará el no poder ver el precioso manto de estrellas porque la luz de las ciudades nos impide verlas. Bien, desde hace unos 5 años, se han realizado varias investigaciones astrofísicas sobre el impacto de la luz de objetos celestes creados por los humanos.
Pero, antes de entrar a los detalles, huelga decir que la contaminación lumínica sucede cuando hay un exceso de luz artificial en la noche y a los astrofísicos les está estorbando. Y por lo visto, la proliferación de satélites no están ayudando. Te contamos por qué.
Cómo es la contaminación lumínica en el espacio
La contaminación lumínica entorpece la observación del cosmos. En la Tierra, la luz de las ciudades ya afecta significativamente contemplar el cielo y el aumento de redes satelitales LEO en los últimos años no está ayudado, más bien, contribuye a la contaminación lumínica.
¿Que son los objetos celestes en la órbita baja de la Tierra? (LEO, por sus siglas en inglés: Low Earth Orbit) incluyen principalmente satélites artificiales, restos espaciales y, en ocasiones, la Estación Espacial Internacional (ISS).

Estos elementos se caracterizan, como su nombre indica, por orbitar muy cerca de la Tierra y dan un gran ancho de banda y latencias bajas, o sea, la señal tarda menos tiempo en ir y volver por lo que las compunciones son más rápidas y accesibles. Ahora bien, las redes satelitales como Starlink reflejan la luz y está entorpeciendo las observaciones desde los telescopios en Tierra, incluidos los del prestigioso observatorio Vera C Rubin en Chile.
Según Statista, hay unos 10.000 satélites (artificiales) orbitando la Tierra, un número que se ha incrementado mucho en los últimos cinco años por las llamadas «mega constelaciones privadas». A la hora de observar el cielo y ver imágenes, estos objetos celestes son como “marcas de dedos en la ventana del universo”. Así lo compara una de las participantes Astha Chaturvedi, participante del proyecto Vantablack 310, que busca disminuir la contaminación lumínica en el espacio.
La pintura más opaca del mundo
Noelia Noël, la astrofísica que encabeza el proyecto de Vantablack 310, afirmó al medio Space.com que el ser humano ha enviado más satélites en los últimos 5 años que en los 60 previos.
¿Y cómo hacer que pasen los más desapercibidos los satélites? Pintándolos de negro. Un equipo científico de la Universidad de Surrey está desarrollando una pintura especial de color negro para minimizar los reflejos de luz de las superficies de estos objetos celestes.
La pintura que proponen es una versión del material Vantablack, acondicionado para las condiciones del espacio como las fluctuaciones fuertes de temperatura y la extrema radiación.
Vantablack, el negro más negro
Es el negro más oscuro que hay hasta el momento. El Vantablack («Vertically Aligned NanoTube Array Black») es un material que absorbe más de 99% toda la luz que incide sobre él.
Desarrollado en 2014 la empresa británica Surray Nano System, el Vantablack está compuesto por millones de nanotubos de carbono alineados verticalmente. Cuando la luz entra, rebota entre los tubos, se queda atrapada en ella y se disipa como calor en lugar de reflejarse.
Ya hay conejillo de pruebas para esta pintura: el satélite Jovian 1. Desarrollado por investigadores de Reino Unido, este artefacto alberga un tamaño de caja de zapatos y tiene previsto empezar su misión en 2026.
La sostenibilidad del espacio
La idea no es nueva, la de pintar de negro los satélites. Desde 2020, SpaceX ha intentado de minimizar la luz que reflejan sus satélites, pero sin mucho éxito.
Allá donde va el humano, hay un impacto. Como en la Tierra, también hay objetivos de sostenibilidad en el espacio. La NASA estructura su estrategia de sostenibilidad en tres grandes patas. Uno de ellas es la mitigación de escombros o restos de objetos en la órbita. El compromiso de la sostenibilidad se ha visto más necesario con el incremento de capacidades comerciales, en concreto, las satelitales.
Un aspecto menos tangible e inmediato, pero no menos trascendental, es la fascinación por la observación de los cielos. Un editorial de la revista Nature aboga por «preservar semejantes maravillas para las generaciones futuras».
Veremos si en el 2026 la pintura Vantablack 310 funciona para reducir la contaminación lumínica lo máximo posible en el cielo. Sin dejar al lado la importante labor de los satélites, que refuerzan la conectividad, como llevar una mejor cobertura a lugares recónditos o recoger más información para predecir mejor las crisis climáticas. Vantablack 310: la pintura ultranegra que quiere oscurecer los satélites para proteger el cielo
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