¿Sería posible contar con un hospital de mentira donde probar innovaciones tecnológicas antes de que fueran puestas en marcha en un centro médico? En Estados Unidos, gracias a la labor de Kaiser Permanente, ya es una realidad.
El cuidado de los pacientes en los centros médicos es el objetivo prioritario de cualquier profesional de la salud. Sin embargo, además de tratar de contar con el mejor diagnóstico posible y el tratamiento más adecuado, los sistemas sanitarios también buscan garantizar la eficacia de sus actividades.
Si atendemos a la definición de la Real Academia Española, podemos entender que eficacia es la «capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera». Esta acepción concuerda bastante bien en el marco de un hospital: la máxima eficacia deberá lograr cuidar y curar a los pacientes de la mejor manera y lo antes posible, para alivio de los propios ingresados y de sus allegados.
A pesar de esta definición, muchas veces los profesionales sanitarios no dedican el 100% de su tiempo a sus funciones laborales características. Por ejemplo, podemos encontrarnos con tareas más administrativas o incluso auxiliares que podrían ser realizadas por robots especializados. Esto a priori supondría un buen ahorro de tiempo y una mejora de la eficacia en los centros sanitarios.
¿Pero cómo podemos probar que todas esas innovaciones tecnológicas funcionan realmente en el campo de la biomedicina? Esta misma pregunta fue la que se plantearon desde la fundación Kaiser Permanente, una organización sin ánimo de lucro responsable del Centro Garfield, una entidad situada en Estados Unidos donde se prueban innumerables avances tecnológicos en esta especie de «hospital de mentira».
Garfield, gestionado por Kaiser Permanente, es todo un campo de pruebas de cualquier innovación que quiera llegar en el futuro a la práctica clínica. Según la información que publicaban en Technology Review, gracias al complejo de más de 3.400 metros cuadrados de Kaiser Permanente, se pudo comprobar la idoneidad de un sistema robótico de GPS de interior o de un tablero informativo para los pacientes.
Y es que este hospital de mentira es un buen lugar para explorar innovaciones, antes de que sean puestas en marcha en los hospitales. Si funcionan, pueden ser trasladadas a los centros sanitarios, de forma que podamos mejorar fácilmente la eficacia en la práctica clínica. La idea de la fundación Kaiser Permanente ayuda, sin lugar a dudas, a que se compruebe si verdaderamente iniciativas que pueden ser rompedoras, lleguen a buen término en estos centros.
La automatización y la introducción de nuevos avances tecnológicos hará de nuestros centros sanitarios un lugar donde los cuidados y tratamientos de salud se verán complementados por todos los proyectos de innovación que hay en marcha. Sin duda, este campo de pruebas puesto en marcha por Kaiser Permanente es un buen lugar para probar si efectivamente mejoraremos la eficacia. ¿Llegará este tipo de entidades algún día a ser una realidad en nuestro país?
Imágenes | Trishton Walker (Flickr), Jiuguang Wang (Wikimedia)