Un proyecto subido a la plataforma de crowdfunding Indiegogo muestra una mano biónica que reduce en 100 veces el precio de un dispositivo de este tipo, gracias en parte a la impresión 3D.
The Open Hand Project ha demostrado que puede construir una mano biónica low cost fiable y precisa sin que el coste –y sobre todo el precio de venta– sea desorbitado. Un implante electrónico de este tipo puede costar alrededor de 100.000 dólares, mientras que los creadores del proyecto tienen intención de vender el suyo por menos de 1.000 dólares. La impresión 3D es una de las claves del abaratamiento, pero éste no es la única ventaja. El diseño y las patentes del desarrollo serán publicados online, gratis y con código abierto.
Los creadores de la mano robótica han pensado que cualquier centro de investigación –e incluso empresas que comercialicen implantes– deberán tener acceso al trabajo realizado en The Open Hand Project. Se trata de una apuesta por la innovación médica para mejorar la vida de las personas sin importar el beneficio económico que pueda aportar. Para ello están en Indiegogo, luchando por la financiación.
En el mercado ya existen diseños de manos biónicas operativas, pero su precio es demasiado alto. Uno de los motivos son los materiales que utilizan, como titanio y fibra de carbono, y el otro, las patentes. En este caso, el desinterés de los investigadores por rentabilizar sus patentes abarata el proyecto y a ello también contribuye que el plástico ABS sustituya a los materiales más caros.
Imitando la ingeniería natural
La mano robótica está formada por pequeños motores eléctricos, que sustituyen a los músculos, y cables de acero en lugar de tendones. El plástico ABS propio de la impresión 3D funciona como los huesos y una capa exterior de goma hace las veces de piel. Todo esto se controla mediante la electrónica.
La mano se acopla al miembro amputado y funciona recibiendo señales de sus músculos. Cuando el usuario hace el movimiento para doblar la muñeca, unos electrodos adheridos a la piel detectan una señal en su superficie. Son los encargados de enviar la información al sistema electrónico del implante, que la procesa y determina qué movimiento está intentando hacer el usuario.
Cuando un objeto toca la mano, el usuario recibe de vuelta a sus músculos una señal, con lo que gana cierta sensibilidad. Cada dedo se mueve individualmente gracias a un pequeño motor de alta eficiencia. Utilizan sus propios tendones, a imitación de una mano humana, y gracias a todo esto la mano puede agarrar objetos controlando la fuerza con la que aprieta.
Por ahora, The Open Hand Project ha construido un prototipo operativo de la mano derecha. El software también está en fase prototípica y su intención es pulir tanto el hardware como el funcionamiento general. Buscan financiación para perfeccionar el diseño y poder probar el producto. Como dice Joel Gibbard, fundador del proyecto, es necesario sacar la tecnología fuera del laboratorio y llevarla a la gente que la va a utilizar.