biología sintética

La biología sintética logra la primera fábrica de proteínas artificial

Científicos norteamericanos publican en Nature la creación del primer ribosoma artificial, Ribo-T, gracias al uso de la biología sintética.

Las proteínas son unas moléculas biológicas imprescindibles para el correcto funcionamiento de nuestras células. Entre otras funciones, forman parte de nuestro sistema inmune, trabajan como hormonas o vehículos de transporte, se encargan del movimiento muscular e incluso ayudan en la regulación de nuestros genes. En nuestro organismo, unas máquinas conocidas como ribosomas son las responsables de producir las proteínas, como si de unas fábricas miniaturizadas se tratara.

Conseguir reproducir estas máquinas celulares podría permitirnos, por ejemplo, producir de forma más sencilla biomateriales o fármacos. La llegada de la biología sintética ha logrado crear la primera fábrica de proteínas artificial, gracias a una investigación conjunta de la University of Illinois de Chicago y de la Northwestern University en Estados Unidos.

Los científicos fueron capaces de reproducir en el laboratorio el primer ribosoma artificial, al que han llamado Ribo-T, según publican en la revista Nature. Sus resultados demostraron que era factible crear esta máquina en el laboratorio mediante la unión de las subunidades que la componen, y hacer que funcionara no sólo in vitro, sino también en células bacterianas de Escherichia coli.

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Gracias a la investigación en biología sintética, los científicos norteamericanos creen que podría ser factible ir un paso más allá de la mera recreación de Ribo-T en el laboratorio. En sus conclusiones, los científicos plantean que este fábrica biológica artificial puede ayudarnos a conocer mejor funciones desconocidas de los ribosomas, así como emplear esta máquina en la producción de moléculas de interés.

Y es que Ribo-T no sólo fue capaz de funcionar dentro de las bacterias de Escherichia coli, sino de mantener a estas células vivas en ausencia de ribosomas naturales. Un logro que no esperaba el equipo de Alexander Mankin y Michael Jewett, que han demostrado de nuevo el potencial de la biología sintética.

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Según Jewett, «la biología sintética puede ayudar a ir más allá del código genético de una forma tan única como revolucionaria». Esta nueva disciplina, heredera de la biotecnología, ya ha demostrado algunas aplicaciones realmente curiosas.

Desde su nacimiento en 1961 gracias al trabajo de Jacques L. Monod y François Jacob, la investigación en biología sintética ha conseguido fabricar robots con «cerebros bacterianos» o incluso recrear transistores dentro de una bacteria viva. Sin duda, las promesas de este campo científico comienzan a hacerse realidad mediante resultados tan importantes como este primer ribosoma artificial.

Imágenes | Fdardel (Wikimedia), University of Illinois, NIAID (Flickr)

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