Android One muestra lo que muchos usuarios y medios llevan tiempo diciendo: lo que Google ofrece en software siempre ha funcionado mejor que lo que las marcas personalizan.
Android es el sistema operativo más popular del mercado de los smartphones, gracias a su naturaleza universal. Frente a Apple, que no licencia iOS a otras marcas, Google quiere datos para conocer a sus usuarios e ingresos por publicidad, por lo que le interesa que sus servicios sean ubicuos y accesibles por todos. Desde su nacimiento, y dado su carácter abierto, Google ha permitido que los fabricantes modificasen el sistema a su antojo, con algunas limitaciones. Esas modificaciones han privado a muchos usuarios de una experiencia de máxima calidad, hasta ahora, con la expansión de Android One.
Lo que ha hecho nacer Android One
El modelo que la mayoría de fabricantes eligieron ha llegado hasta nuestros días. Google libera una versión de Android, que llamaremos «Android puro» o limpio, y en lugar de simplemente adaptarla al hardware, la someten a cambios profundos que diferencien su experiencia de usuario de la de otros fabricantes. ¿No se hace eso con decisiones de hardware? Sí y no. En la época fuerte de Nokia, un fabricante tan creativo e innovador podía diseñar terminales de mil maneras, como ocurría de hecho. Sin embargo, en esta época, la dictadura de la ergonomía, de la contención y de la gran pantalla sobre el frontal ha dejado poco lugar a la experimentación.
Los fabricantes han sentido y sienten que el público discrimina según el software, y que si quizá no es un factor decisivo de compra, sí ayuda a reconocer una marca y a sentirse cómodo con sus propuestas, que ya puede conocer de una compra anterior. Y puede ser cierto. Y quizá incluso también lo sea que el sistema, tal y como Google lo ofrece, sea parco en opciones, y que los de Mountain View, con honrosas excepciones, tardan años en implementar funciones ciertamente necesarias. Casos paradigmáticos de ello fueron la tardanza de las capturas de pantalla, la multiventana o algo tan simple como una función de linterna. Todo ello llegó mucho antes a fabricantes.
En ese paso por personalizar, algunos fabricantes han llegado a diseñar interfaces sin elegancia ni estética, sin coherencia con las guías de diseño de Google. Pero el problema siempre fue más allá. Y es que, en el proceso de personalización, la experiencia de Android se resentía mucho. Así, adquirieses un terminal de gama baja, o lo hicieras con uno de gama alta, el funcionamiento siempre sería peor que el que Google pretendía.
Esto lo sabemos porque, desde 2009, Google ofreció los terminales Nexus, considerados por la compañía el punto de partida de cualquier terminal Android. No es que fueran terminales excepcionales, pero sí mostraban que Android podía brillar, y que si no lo hacía, no era por culpa de Google. En los últimos años, la cosa ha mejorado, con la mayoría de fabricantes tomándose en serio la optimización. No tanto ha ocurrido con la política de actualizaciones, algo que Android One también mejora.
Sin embargo, hay muchos ejemplos de terminales basados en el Android más cercado que muestran que el «Android puro» sigue muy por encima del resto. Además de los extintos Nexus, tenemos ahora a los Pixel, y a representantes en todas las gamas de la mano de Lenovo-Motorola, Nokia y OnePlus. Android One está llevando el modelo a más marcas, y es algo que celebrar tras 10 años de quejas por parte de muchos usuarios.
Al final, la experiencia de usuario sí importaba
Cuando parecía que la pureza de Android era tema del pasado, Xiaomi lanzó su Mi A1 con Android One, algo que dejó en estado de shock a público y medios, pues es precisamente la compañía china uno de los jugadores que más modifica Android. En su seno han descubierto cómo las alabanzas por un Android como el de Google no son un hecho minoritario, y que el boca a boca hace mucho. Lo bueno de Android One es que tampoco limita del todo la personalización, sino que, por ejemplo, permite que las aplicaciones de cámara sean propias de cada fabricante.
Con el tiempo, incluso fabricantes que tenían terminales muy bien valorados con «Android puro», como Nokia y Motorola, se han unido a Android One, y la pregunta que cabe hacerse es si, aunque sea a modo de experimento, grandes actores como Samsung y Huawei dan el paso o no que usuarios y periodistas, que parecían «obsesionados» sin razón, llevan años pidiendo. Otra duda es si Android One, hasta ahora centrado en gama media y baja, trascenderá finalmente a la gama alta.
Para conseguir una identidad, Google se está centrando en los Pixel y consiguiendo resultados buenísimos con el software, en el sistema y en la cámara. Era hora de que los fabricantes quisieran lo mejor para sus compradores, y Android One aporta eso, a la vez que les ahorra recursos de desarrollo y adaptación. La redención ha llegado, eso sí, 10 años después.