Tras 5 años desde la muerte de Steve Jobs, Apple es una compañía que sigue brillando con luz propia y marcando el ritmo del mercado, pese a ser más funcional y enamorar menos.
Dos de los momentos más importantes de la historia coinciden con las dos salidas de Steve Jobs del Consejo de Administración. La primera fue a causa de problemas insalvables entre él y un grupo de directivos encabezados por John Sculley, la persona que él mismo había elegido para ser CEO y llevar a la empresa a buen rumbo mientras él ganaba experiencia y no se alejaba demasiado del trabajo de campo. La segunda, y mucho más trágica, se produjo definitivamente con su muerte a causa de un cáncer que venía padeciendo hace desde hacía ya varios años.
Tras la primera se produjo un descalabro en la compañía, la cual no se recuperó hasta que Jobs regresó para tomar las riendas y decidió eliminar productos «muertos» como el Newton, así como apostar por lo que acabaría siendo la columna vertebral de la compañía en los primeros años de la década pasada: el iMac, el iBook y el iPod. Tras su muerte en 2011 se temía que la compañía corriera una suerte similar, por lo que es interesante repasar el contraste con la otra era.
Lo que Jobs no ha visto
Jobs murió el día después de la presentación del iPhone 4S, en la que se le reservó una silla vacía que ya es un icono de la historia de la tecnología. Jobs no pudo presenciar una nueva era dentro de Apple, la de la inteligencia artificial que comenzó con la llegada del asistente personal Siri. No pudo apreciar cómo la industria volvía a cambiar sus principios para obtener ese efecto «wow» que Siri ofrecía en sus primeros meses, pese a lo verde que estaba en comparación. Al igual que otras muchas veces, tener un asistente o similares se convirtió en el objetivo de otras muchas otras compañías como Samsung, Google o Microsoft.
Jobs tampoco pudo apreciar cómo la compañía más hermética del panorama tecnológica comenzaba a abrirse más y más. En primer lugar, sin intencionalidad, como atestiguan las filtraciones de Mark Gurman, que prácticamente ha eliminado la emoción por las presentaciones gracias a sus artículos donde hace un repaso exhaustivo de lo que presentarán los de Cupertino. En segundo lugar, ahora es muy común que los directivos ofrezcan entrevistas cada poco tiempo, o se abran completamente a medios de prestigio como Fast Company o The New Yorker. Pero la cosa no queda ahí, Apple ha comenzado a estar presente incluso en podcasts como el de John Gruber, haciendo guiños a un nicho de entre su gran mercado. En el pasado, sólo era común ver a Jobs en conferencias y entornos mucho más controlados como el AllThingsD de su amigo Walt Mossberg.
Jobs tampoco ha podido vivir cómo el catálogo de la compañía ha vuelto a diversificarse tanto como él llegó a criticar tras su regreso en los años noventa, lo que no es necesariamente malo, pero indica ciertas cosas. Estando él vivo se comenzó a priorizar el futuro de la compañía, es decir, iOS, pero nunca se dejó tan de lado la gama Mac como ahora está ocurriendo, aunque eso es probable que cambie en poco tiempo. En esa diversificación entran productos que el público y la prensa consideran que el habría catalogado como sacrilegios. Sí, desde el iPad Mini, hasta el iPhone 6 Plus, pasando por el iPhone 5c. Realmente son estrategias similares a las que él mismo siguió con los iPod, pero eso parece no contar.
Como cuando un padre o una abuela no viven para ver los éxitos de su hijo o nieto, Jobs no vivió lo suficiente para ver a sus productos alcanzar un pico en el mercado y convertir a la compañía en las más valoradas del mercado, tras haber tenido que salvar a la compañía en 1997 aceptando una financiación de 150 millones de dólares de Microsoft bajo la mirada de Bill Gates en una presentación.
Desde 2011 hemos acudido a cambios fundamentales en el ecosistema. El iPad representa ahora una plataforma de computación para el futuro de la compañía, que hace pensar que iOS es el futuro y que de alguna manera u otra sus cambios llegarán o influirán (más) al escritorio, que desde OS X Lion ha estado bebiendo y sincronizando mejor con cada dispositivo iOS. Jobs no ha vivido el lanzamiento de productos que parecen lo siguiente después del iPad, como el Apple Watch, en los que la compañía ha recibido buenas críticas al principio, pero lejos de las cosechadas por el iPod o el iPhone. Con la ausencia de Jobs se ha vivido, definitivamente, una falta grande de magia, de expectación en cada momento de las keynotes. Jobs presentaba como nadie, y convencía aún más desde el minuto 0. De eso queda menos. Ahora queda una compañía que tiene que trabajar mucho más para vender una idea.
Después de la muerte de Jobs hemos visto a la Apple más exitosa de la historia, a una compañía que lleva sin ilusionar de la manera en la que bajo Jobs lo hizo en 2001, 2007 o 2010, pero sí a una que sigue logrando marcar los ritmos del mercado y ser la referente en él, además de levantar más expectación que ninguna otra en lo que a nuevos productos (como el Apple Car) se refiere. Tras 5 años sin Jobs, Apple es una compañía que vende peor la idea y la experiencia y mejor el producto, y sin duda, una compañía que se ha tatuado a fondo no caer en una vorágine de éxito y comenzar a lanzar productos como loca. El ADN de Steve Jobs sigue muy presente, aunque la magia de Steve se haya ido.