Una investigación chino-estadounidense ha concluido en una batería autorrecargable que mejora un modelo primitivo, existente hasta ahora.
Las necesidades actuales de baterías para el campo de la electrónica de consumo han impulsado la investigación en este terreno, con el fin de lograr productos capaces de dotar de una mayor autonomía a dispositivos que usamos a diario. Entre todos estos desarrollos hay uno que llama la atención por su concepto: la batería autorrecargable. El trabajo conjunto de varios centros académicos chinos y uno estadounidense ha dado como resultado una mejora sensible en este sentido.
El concepto de la batería recargable apunta alto, en comparación con otras investigaciones cuyo objetivo es aumentar la duración o propiciar una carga más rápida. En este caso se trata de que no exista periodo de carga y de que la duración sea teóricamente infinita, aunque por supuesto la capacidad energética se reducirá con el tiempo paulatinamente. En 2012 una investigación del Georgia Institute of Technology, dirigida por el profesor Zhong Lin Wang, construyó una batería que se autorrecargaba.
En lugar de enchufarse a la corriente o lograr energía mediante una fuente externa, la batería ideada por el equipo de Wang funcionaba convirtiendo energía mecánica en energía eléctrica. La integración con el dispositivo que la contiene es fundamental. Por ejemplo, en una calculadora, la pila se cargaría al presionar las teclas. Al fin y al cabo lo que se está haciendo es que la energía mecánica que despliega una persona al pulsar una tecla se transforme en energía eléctrica.
Partiendo de este concepto, las universidades chinas de Lanzhou, la del Noreste y la Academia de las Ciencias de Pekín, junto con el Georgia Institute of Technology, han desarrollado una evolución del primer modelo de batería autorrecargable. Se trata de un pequeño dispositivo, del tamaño de una pila de botón que permite tanto convertir energía como almacenarla. Para transformar una batería de ion litio convencional se ha interpuesto entre los dos electrodos un material de piezoelectricidad, que permite generar una carga cada vez que se somete a estrés.
Ésta es la base del funcionamiento de la batería autorrecargable. En la investigación de 2012 el material era un film PVDF, al que se han añadido nanopartículas de circonato-titanato de plomo en esta ocasión. El incremento del rendimiento ha sido considerable, tanto que la capacidad y la eficiencia de la batería se han multiplicado por 2,5.
Sin duda queda camino por recorrer, pero este tipo de progresos invita a pensar en un futuro con sensores y máquinas M2M autónomos. Internet de las cosas e incluso los smartphones podrían obtener grandes beneficios de una batería así, que produce energía por deformación mecánica y por vibración.
Imagen: yoppy