El primer día de la Campus Party Europe , ayer Martes 21 de Agosto, estaba pensado solo y exclusivamente para recibir a todos los campuseros. Puede parecer fácil pero no es sencillo acomodar en sus tiendas de campaña a las diez mil personas que, según la organización, están inscritas al evento. No sabemos si realmente habrá tantas personas rondando por aquí pues se ven muchos puestos de trabajo y tiendas de campaña vacías, lo que si queda claro es la magnitud de este evento y, sobre todo, la magnificencia del lugar donde se celebra.
El Aeropuerto de Tempelhof fue cerrado al público en Octubre de 2008 y desde entonces se conserva todo tal y como estaba (el organismo al cargo tiene prohibido hacer cualquier tipo de modificación), cómo si hubiera parado su funcionamiento ayer mismo o fuera a recibir pasajeros en cualquier instante. Llaman la atención, sobre todo, el enorme pasillo de un kilómetro de largo que recorre toda la terminal, que le otorgan el honor de ser el segundo edificio más grande del mundo (en superficie) después del Pentagono, el recibidor de entrada al aeropuerto, de arquitectura similar a la Grand Central (la estación central de trenes de Nueva York), los mostradores de facturación con sus cintas transportadoras listos para operar y los particulares hangares de descarga de pasajeros. Impresiona bastante verlo todo en perfecto estado y la sensación es la de haber caído en una capsula del tiempo.
Las actividades programadas son infinitas y va a ser imposible acudir a todas. Desde competiciones de videojuegos hasta un hackaton de 24 horas para programar una aplicación que utilice el protocolo NFC con un premio de 10 mil euros, pasando por la Wayra Week Alemania que durará los tres días, la conferencia de Paulo Coelho o los múltiples talleres sobre seguridad de redes y programación. Hay actividades para todos los gustos y el que se aburra será porque quiere.
El primer día terminó con la ceremonia de apertura del evento en la que el creador del concepto Campus Party, Paco Ragageles, agradeció a todos los asistentes en tres idiomas, español, inglés y portugués, su predisposición a «cambiar el código fuente de Europa para hacer de ella un lugar mejor para vivir». Toda una invitación a pensar en grande.