En plena era del software, el hardware ha vuelto a ser más importante que nunca

El hardware de la gama alta de los smartphones está marcando la diferencia entre terminales y fabricantes. Pese a que se diga que sólo nos queda la diferenciación por software.

Hardware y software son dos apartados imprescindibles a la hora de concebir una experiencia informática. Durante muchos años, en esa época en la que la informática era algo de nicho y de entusiastas, lo que más importaba, y les importaba eran los números que su hardware capaz era capaz de generar en pruebas de rendimiento. En los últimos años, eso ha ido quedando en segundo plano, y salvo pequeños nichos aprovechados por marketing, lo que importa al público general es la experiencia y cómo se sienten los dispositivos en el día a día.

Para ello, obviamente hace falta un buen hardware, pero este se ha democratizado y desde hace años, garantiza, siempre que haya buena optimización, buen rendimiento en sistemas tan extendidos como Windows o Android. Sin embargo, algo está cambiando en la gama alta desde hace un par de años. En un mercado saturado, donde Android es «muy poco» modificable y donde quien se diferencia por software no suele ser muy brillante, los fabricantes están optando por hacerlo con hardware que marque la diferencia. Y lo están consiguiendo, con más o menos importancia para el usuario.

Huawei y Apple, al servicio de la inteligencia artificial

Aunque otras compañías como Qualcomm también han hecho esfuerzos en este sentido, fue Huawei la primera en anunciar que su nuevo chip, el Kirin 970, incluiría una NPU (unidad de procesamiento neuronal) dedicaca a cálculos de inteligencia artificial. Procesos como el reconocimiento inteligente de imagen se realizarían 50 veces más rápido que con una CPU tradicional, con 25 veces más eficiencia.

Más tarde, en la presentación de los nuevos iPhone, Apple anunció que el mejor chip del mercado, el nuevo A11 Bionic, tenía un motor neuronal dedicado a los mismos cálculos en aplicaciones de iOS. Aunque no fue la primera en anunciarlo, pues Huawei se adelantó, Apple sí fue la primera en llevar la función al mercado, pues el iPhone 8 llegó finalmente antes que el Huawei Mate 10.

La fotografía, el gran elemento diferenciador a día de hoy

Desde hace años, la doble cámara ha ido haciendo apariciones esporádicas en la gama alta, hasta que en 2016 Huawei, Apple y LG lo apostaron todo a ella, con distintos enfoques. Apple y LG apostaron por distintas distancias focales en las dos lentes traseras, y el iPhone se erigió como gran ganador en fotografía gracias al retrato, el modo que lo cambió todo.

Con él, Apple aprovechó la potencia de su procesador de señal de imagen (ISP) para realizar cálculos entre las dos cámaras a una velocidad y con una precisión no vista hasta entonces. Este procesador, mejorado este año en el interior del A11, es el que permite, junto a la potencia del chip, manejar una grabación de vídeo 4K a 60 fotogramas por segundo.

Este año, la gran innovación en este sentido parece el Pixel Visual Core que Google ha integrado en los Pixel 2, un chip que ayudará a integrar la potencia y la calidad de HDR+ en las aplicaciones de terceros.

LG lo apuesta todo al sonido

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Tras el infructuoso paso de LG por los terminales modulares, la compañía ha hecho del audio su gran valía, ofreciendo un cuádruple conversor de señal digital a analógica (Quad-DAC), la parte encargada junto al amplificador de que el sonido sea claro y potente desde el archivo de audio hasta que sale por la toma de jack de audio y los altavoces. Aunque no es algo que importe al público general, es clave en un momento en que el audio está siendo dejado de lado como elemento importante en el smartphone, con la eliminación del jack de 3.5mm.

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