¿Puede la conciencia reflejarse? Y en tal caso, ¿cómo sería? ¿bella? ¿compleja? ¿sorprendente? No te hagas más preguntas y sigue leyendo, porque sí, la conciencia tiene aspecto.
La conciencia, su razón, origen y funcionamiento es un misterio que sigue picando la curiosidad de la comunidad científica. La neurociencia persigue una respuesta para esta sensación subjetiva tan complicada de entender todavía en la actualidad.
Mientras se resuelve la incógnita, y para conocer un poco más sobre la conciencia, dos artistas con pasado científico nos acercan ahora a ella a través de su arte.
Un nuevo arte más cerebral
De la mano del neurocientífico Greg Dunn, junto con la colaboración del físico Brian Edwards, ambos reconvertidos ahora en auténticos artistas, han creado una serie de imágenes sin precedentes que reflejan el cerebro como nunca.
Con sus mismas manos, y ayudado por una técnica especial de grabado, Dunn ha dado vida al proyecto bautizado como Self Reflected, donde la conciencia se convierte en musa a través de su belleza y complejidad.
Un reflejo que no deja nada a la imaginación
Desde la corteza visual, hasta el tálamo y los ganglios basales, encargados de gobernar los sentidos, movimiento y toma de decisiones; pasando por el gran supervisor del movimiento, el cerebelo; la circunvolución parietal, integradora de los movimientos y la visión; y el tallo cerebral.
No hay nada que quede sin reflejar en este nuevo arte cerebral que Dunn muestra en sus fotografías para dar, por vez primera, aspecto a la tan buscada conciencia.
Una imagen a conciencia
Conseguir ponerle cara a la conciencia no ha sido una tarea fácil. Al igual que las obras de arte, Dunn se ha tomado su tiempo en realizar su trabajo, y como buen artista necesitaba una recopilación previa como punto de partida.
Una información que encontró a través del conocimiento ya existente sobre el cerebro humano, además de incluir numerosos escaneos, así como descripciones detalladas de las neuronas, y las conexiones que llevan a cabo entre sí.
Una investigación a conciencia que le sirvió para dar el primer paso y comenzar a dibujar a mano en hojas transparentes. Un trabajo que pronto complementaría con la ayuda de Edwards, quien, a través de un ordenador capaz de imitar la forma en que las neuronas se comunican entre sí, recrea el movimiento de las señales del cerebro. La suma de ambos se culminó con la impresión de los modelos resultantes empleando una técnica especial de grabado capas de pan de oro.
Un trabajo que ha permitido la creación de imágenes donde las neuronas parecen cobrar vida cuando la luz se mueve a través de ellas, y que han conseguido demostrar y poner de relieve, aún más, la complejidad de la conciencia humana.