El carbón abanderó la Primera Revolución Industrial y fue sustituido por el petróleo y el gas en la Segunda, dejando para más adelante la aparición de nuevas fuentes energéticas.
Desde los comienzos de la Revolución Industrial hasta ahora, las sociedades han cambiado mucho su forma de consumir energía. En el siglo XVIII no existían los combustibles fósiles, pese a que el petróleo se utilizaba desde hacía tiempo con fines médicos y militares, siendo la principal fuente energética la madera. Hoy en día, las renovables conviven al lado de la nuclear y las principales fósiles, mientras que la electricidad ha sido parte esencial en el desarrollo, facilitando el almacenamiento y el transporte.
Una de las agencias estadounidenses para la energía, la US Energy Information, ha publicado recientemente un gráfico en el que se puede ver la evolución del consumo energético desde 1776, fecha fijada por ser el año de la independencia del país. La información se refiere exclusivamente a Estados Unidos, pero no deja de ser un reflejo de los cambios que ha habido a lo largo del tiempo globalmente.
En un primer momento, antes de la era industrial la mayor parte de la energía provenía de la madera, que se utilizaba para encender fuegos en hogares, talleres y en el sector fabril existente. También se optaba por otras fuentes naturales, como la que utilizaban los molinos de agua.
En Estados Unidos la Revolución Industrial cobró importancia ya bien entrado el siglo XIX, por lo que esto se refleja también en el consumo de energía. Se comienza a utilizar el carbón, el combustible que alimentaba a la máquina de vapor, invento estandarte de la Primera Revolución Industrial. En el país pionero de la industrialización, como es Gran Bretaña, es de suponer que el consumo del carbón comenzara a incrementarse unas décadas antes.
El carbón lideró el crecimiento industrial hasta prácticamente mediados del siglo XX, cuando fue revelado por el petróleo como primera fuente. Sin embargo, sus usos se han reinventado y aún hoy se emplea mayoritariamente como materia prima para generar electricidad, debido a su bajo precio, pese a las emisiones que vierte a la atmósfera.
El auge del petróleo y el gas
La Segunda Revolución Industrial (a mediados y finales del siglo XIX) supone un hondo punto de inflexión en el consumo energético. Surgieron el petróleo y el gas como fuentes energéticas. Éstas serán las que alimenten los nuevos inventos, como el motor de combustión interna, que propulsará al automóvil y, más adelante, a los aviones. La aparición de la electricidad es decisiva, ya que constituye una forma de almacenar y transportar la energía de forma refinada y estandarizada, facilitando en gran medida el consumo.
El petróleo creció a partir de entonces y lo hizo más rápido que el gas, hasta convertirse en la fuente de energía más utilizada a mediados del siglo XX. En la gráfica se aprecia, sin embargo, un descenso de estos dos combustibles en los años 70. Este bache fue consecuencia de la Crisis del Petróleo de 1973, en la que los países de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) se negaron a exportar sus energías fósiles a los estados que habían apoyado a Israel (Occidente) en la reciente Guerra de Yom Kippur. Una sucesiva crisis, la del 79, surgida a raíz de la Revolución Islámica en Irán y el enfrentamiento de este país con Irak, exportadores, retrasó la recuperación.
La energía nuclear y el despegue de las renovables
La crisis de los años 70 sirve de impulso a las energías renovables, que aparecen por el deseo de los países occidentales de buscar alternativas que los libren de la dependencia de los estados petroleros. También influye el empujón del movimiento ecologista, que germina en esta época, a raíz de varios desastres (en los que se ven involucrados vertidos y radiación) que sensibilizan a parte de la sociedad en contra de la contaminación.
Ya antes de estos años habían comenzado las pruebas para construir un reactor nuclear destinado al uso civil. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, con las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, las investigaciones en este campo van trasladándose del ámbito militar al comercial. En la segunda mitad del siglo XX, como refleja el gráfico, el consumo de energía nuclear empieza a crecer.
Imagen: JohnGreyTurner