El fin de la memoria

Hace millones de años, nuestra capacidad de raciocinio y almacenamiento en nuestros cerebros, nos llevó al tope, al pent-house del edifico evolutivo. La fusión de la fibra humana con el hardware, la simbiosis de nuestros cuerpos con la tecnología, podría llevarnos a la azotea: el almacenamiento infinito, el acabóse del olvido.

El profesor Steve Mann tiene una cámara y una computadora conectada a su cerebro, y a la parte exterior de su cráneo. Ésa fue la razón por la que lo expulsaron bruscamente de un local de comida rápida en julio de este año, acusado de grabar ilegalmente. Las agresiones y descortesías que sufrió quedaron registradas en video, a través de un sistema llamado EyeTap, diseñado para ayudar a invidentes.

El profesor Mann es, en toda regla, un cyborg. Tiene capacidades sobrehumanas que derivan de un gadget, de un artefacto que instaló en su propio cuerpo. No sólo puede hacer un zoom imposible para el ojo humano, sino también almacenar lo que ve. Es un hombre con memoria hiperrealista.

¿Qué nos espera en un mundo en el que la memoria sea información digital tangible e intercambiable, y no impulsos eléctricos, mera sinapsis? Cuando tengamos hipermemoria sensorial, no sólo visual, la dinámica social, nuestro modus vivendi, sufrirá cambios difíciles de imaginar.

El sistema judicial será distinto. El profesor Mann, por ejemplo, no tiene que pedir que confíen en su palabra para condenar a los empleados del mencionado local. Lo que tiene que hacer es mandar el video por mail al juez. En ese futuro, ser testigo de un juicio implicará «ceder» tu registro del hecho, más que testificar.

 

(Reportaje del programa 16×9 sobre investigación y tecnología de punta)

 

De futuros posibles

La estructura educativa, que ya vive cambios vertiginosos, será cuestionada como paradigma. Si ya Google y la omnipresencia de conexiones de red nos hace confiar cada vez menos en nuestra memoria, imaginemos lo que sucederá cuando un niño no tenga que recordar la fecha de la batalla de Traflagar.

Simplemente tendrá que buscar la fecha en su misma base de datos, consciente de que lo leyó 2 años atrás. Si hubiera mérito en aquello de la «memoria fotográfica», desaparecerá.

Nos encontramos también ante preguntas importantísimas en lo que se refiere a privacidad, por ejemplo.  No es posible «hackear» a una persona con certeza, ni siquiera con nefastas técnicas de interrogación, pero sí hackear un dispositivo.

Técnicamente se podrían robar «memorias»,  secuestrarlas y pedir rescate, duplicarlas y venderlas. Nadie quiere perder la primera risa de su recién nacido. Por supuesto, ni hablar del festín que se darían los que buscan emociones fuertes, aún si es ilegal. Vivir la emoción de un salto en paracaídas, sin saltar, estaría solo a un pen-drive de distancia.

Quizás lo más interesante sean las repercusiones emocionales para cada uno de nosotros. El perdón, aún sin las implicaciones religiosas, está muy ligado al olvido. Si pudiésemos revivir continuamente, y en HD, las afrentas del vecino, o las peleas con la novia, tomaría algo más de trabajo aquello de «superar la situación».

Cuando nos montamos por segunda vez, años después, en una montaña rusa, es en parte para rescatar lo que sentimos la primera vez. Sabemos que fue divertido, sí, pero no exactamente cuán divertido, y en qué sentido.

La emoción de ver a nuestro equipo ganar una Champions League se alimenta de los años que pasaron desde la victoria anterior.  Casi parece que estuviésemos diseñados para disfrutar la vida, porque nuestras falencias para narrárnosla nos lo permiten.

Sin embargo, no tengo una visión pesimista, o apocalíptica, en la acepción que Umberto Eco le dio al término hace décadas. Las ventajas que tendría una hipermemoria cibernética son obvias y se cuentan por miles.

Aún así, en un mundo regido por el hardware, será nuestra imperfecta fibra moral y nuestro debate ético, lo que nos mantenga humanos, demasiado humanos.

 

(Concierto de un instrumento musical creado por Mann, grabado desde su ‘punto de vista’ y otras cámaras)

Imagen vía cyberpunkitalia.altervista.org

RELACIONADOS

Aprender a programar o morir

La mayoría de las células que tenemos en nuestro cuerpo se renuevan cada diez años, según algunos expertos. Otros apuntan que es cada órgano...