El presente no importa: el futuro sólo quiere USB-C

Pese a que se cuestione su adopción por los inconvenientes que introduce, con USB-C son casi todo ventajas desde ya.

Con cada nueva generación de conectores, y suelen durar muchos años, se introducen ventajas indiscutibles para casi todos los usuarios, pero a la vez llegan inconvenientes, generalmente en forma de pérdida de compatibilidad de protocolos y de cambio de puertos que hacen obligatoria una dolorosa transición con adaptadores y conversores. Los buenos, además de ser caros para garantizar su compatibilidad, no ahorran del problema que introducen los genéricos: se lucha por ahorrar espacio pero se introducen accesorios que limitan dicho ahorro.

En conclusión, sí, el futuro es doloroso, pero sólo a corto plazo. El gran protagonista del último año, el puerto USB-C, está en una posición envidiable. Nunca un puerto había aunado tanta capacidad y tantos usos posibles. Se puede argumentar que el USB tradicional lo intentó y lo consiguió en gran variedad de dispositivos, pero su ambición nunca fue tan universal, pese a llevar el término en el nombre. Y justo ese es el aspecto que importa en el medio y largo plazo.

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El USB-C puede ser valorado positivamente sólo por su forma. Tras años y años vagando por el desierto, la informática encontró su santo grial, un conector totalmente reversible, que brindaría, por fin, la posibilidad de introducir cables de manera rápida y cómoda, sin tener siquiera que mirar el cable. No es el más pequeño que existe, ni el más elegante (en ambas cosas gana el Lightning de Apple, cuyo extremo del cable es macho y más reducido), pero sí el que todos los ordenadores van a tener, por todo lo que permite.

USB-C ya está siendo implantado en todas las marcas de smartphones, excepto Apple, por lo que la transición desde el olvidable microUSB será breve en tiempo. Quizá tarde más en llegar a todos los ordenadores portátiles, pero en ellos será incluso más útil. Hasta ahora, los adaptadores de corriente no compartían puertos, siendo lo generalizado que cada marca tuviera cargadores con cables propios. Además, mediante el soporte del protocolo USB 3.1 gen 2, USB-C trae la posibilidad de cargar ordenadores y smartphones de hasta 100W de potencia, más de lo que actualmente necesita cualquier ordenador portátil. Precisamente, una de sus ventajas en este sentido es la capacidad de que smartphones y portátiles se carguen entre sí a una velocidad decente.

A la hora de adquirir cables, es importante elegir modelos que tengan estas certificaciones.
A la hora de adquirir cables, es importante elegir modelos que tengan estas certificaciones.

Por otra parte, en cuanto a velocidad, los smartphones y portátiles que comiencen a integrarlo, podrán ver aumentada su velocidad desde 480 Mbps del todavía extendido USB 2.0 a los 10 Gbps del USB 3.1 gen 2, el doble de la primera generación. Pero no todo queda ahí. Thunderbolt 3, el estándar con más rendimiento del mercado, también funciona bajo USB-C, con lo que las soluciones profesionales también agradecen el cable único, pues a través de él se podrán realizar transferencias de archivos de hasta 40 Gbps. Básicamente, donde vemos un conector, podemos imaginar muchos dispositivos encadenados a hubs y entre sí sin pérdida de velocidad.

Para los profesionales, o los gamers, ahora es posible conectar tarjetas gráficas muy potentes a una caja externa que va por cable al ordenador, tremendamente útil para los portátiles. También podrán disfrutar de dos monitores 4K por cada salida Thunderbolt 3, siempre que la gráfica lo soporte. Es decir, USB-C no es ninguna promesa, es una realidad para la que solo hace falta adopción, justo como ocurre en el lanzamiento de una consola, cuando la tecnología está lista, pero los desarrolladores aún no han hecho su mejor juego.

 

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