Según un nuevo análisis, el precio de la energía solar continúa disminuyendo. Producir un megavatio-hora de esta energía se sitúa alrededor de los 50 dólares, menos de la mitad que el precio del carbón. Esta diferencia indica que el mundo se encuentra en un proceso de revolución energética.
El calentamiento global supone el principal desafío al que se enfrenta el mundo en el siglo XXI. Revertir este problema pasa por que las potencias del mundo lideren a través de una hoja de ruta clara y estricta. En este sentido, el uso indiscriminado de combustibles fósiles constituye uno de los pilares de este devastador fenómeno. El cambio de paradigma hacia una sociedad basada en renovables resulta imprescindible para la prosperidad del planeta y de la especie humana.
Ahora, un informe de Lazard muestra las variaciones en los costes de producción de las diversas fuentes de electricidad. La energía de las plantas solares ha experimentado la mayor caída en el precio, sufriendo una disminución del 86% desde 2009. Así, el precio de un megavatio-hora de electricidad, la medida estándar en producción de electricidad, se sitúa alrededor de los 50 dólares para la energía solar, de acuerdo con la consultora. En cambio, el precio del carbón asciende a los 102 dólares por megavatio-hora, es decir, más del doble que la energía solar.
El descenso del precio de la energía solar es señal de que el mundo se encuentra en un punto de inflexión en la forma en la que suministramos energía a nuestros edificios y vehículos. El cambio de paradigma hacia fuentes de energía renovable como la eólica y la solar resulta imprescindible en la lucha contra el calentamiento global.
La energía solar aumentó en un 18% en 2017
Los analistas han señalado que esta transición se seguirá acelerando según vayan descendiendo los precios. Asimismo, la energía renovable, incluida la eólica, la hidráulica y la solar, supuso un récord del 12% de las necesidades energéticas del mundo el año pasado. En 2017, el sector solar aumentó en un 18% con respecto a 2016, según informa el PNUMA.
No obstante, los problemas de almacenamiento de esta clase de energías, que dependen de las condiciones atmosféricas, dificultan que las economías en desarrollo adopten sistemas de energía totalmente renovables. Hasta que las baterías y las capacidades de almacenamiento mejoren es probable que los países necesiten combinar fuentes de energía fósil junto con renovables.
Así, se observa cómo la energía renovable comienza a adelantar a los combustibles fósiles que tantos problemas han acarreado al medio ambiente. Su abaratamiento y el crecimiento de su uso son motivos para celebrar y seguir investigando sobre sus posibilidades. Este nuevo paradigma debe posicionarse como una de las principales armas en la lucha contra el cambio climático, el principal reto de la especie humana en el siglo XXI.