Personas trabajando con un ordenador

El uso de la Inteligencia Artificial en adolescentes: una perspectiva sobre la que experimentar

El progreso de la Inteligencia Artificial (IA) supone una de las mayores revoluciones tecnológicas de los últimos años. La democratización de las herramientas que hacen uso de ella ha hecho que esta tecnología esté al alcance de cada vez un mayor número de personas, incluidos los adolescentes. Estas herramientas han sido creadas, en su gran mayoría, con el propósito de ayudar a las personas a realizar tareas, aunque es importante saber cuáles son sus capacidades y limitaciones. 

Los adolescentes tienen contacto con la IA en su día a día de forma consciente o inconsciente mediante diferentes productos o servicios, como las redes sociales. Mediante este experimento se busca conocer de forma más profunda cuál es la perspectiva y uso que hacen los jóvenes de la IA ampliando así la información disponible que servirá de guía para diferentes proyectos de innovación.

Grupo de adolescentes.

Introducción al estudio sobre el uso de la IA en adolescentes

El objetivo de este estudio era comprender cuál es la perspectiva y uso que hacen los adolescentes de la IA, a la vez que concienciar sobre las capacidades, riesgos y limitaciones de la tecnología a día de hoy.  

Las sesiones tuvieron lugar en el Experience Design Lab, uno de los espacios de innovación del Hub de Innovación y Talento de Telefónica, a mediados de junio de 2023. Participaron 45 estudiantes entre 13 y 16 años que fueron divididos en dos grupos con el fin de poder comparar los resultados de ambos: grupo tutorizado (obtenían consejos para llevar a cabo el ejercicio) y grupo control (no obtenían ningún tipo de consejo). El experimento estaba compuesto por diferentes ejercicios como la cumplimentación de una ficha individual, una entrevista grupal, un ejercicio de detección de imágenes generadas con IA o un ejercicio de resolución de problemas con ChatGPT.

Aprendizajes del estudio sobre la inteligencia artificial en adolescentes 

Compartimos aquí algunas de las conclusiones que extrajimos sobre la relación que tenían los adolescentes entrevistados con la Inteligencia Artificial, con especial foco en la generativa.  

La IA que los adolescentes reconocieron con más facilidad y que usaban con más frecuencia fue ChatGPT, seguida de asistentes de voz como Alexa o Siri. De hecho, el uso del lenguaje por parte de la IA parece ser un factor que ayuda a identificar esta tecnología en los productos y servicios que la emplean.  

Asimismo, se observó que hay una falta de conocimiento sobre cómo funciona la IA, lo que lleva a los adolescentes a hacerse ideas propias sobre lo que la tecnología puede o no puede hacer y sobreestimar las capacidades de la misma como si fueran humanas.  Por ejemplo: “Si piensa por sí sólo supongo que es inteligencia artificial”. 

Los adolescentes percibían la eficacia y la eficiencia como las características más destacadas de la IA, lo que sugiere que han experimentado estos beneficios en su vida diaria, posiblemente en el ámbito escolar. Sin embargo, también expresaron preocupación por la pérdida de trabajos y la dependencia e impacto negativo en las capacidades humanas que el uso de la IA puede generar, lo que parece indicar que tienen temores infundados por la familia y los medios. 

A pesar de esta discrepancia, la utilidad de la IA parecía pesar más en sus decisiones que los riesgos percibidos cuando se les explicaba la existencia de herramientas de control para la identificación de contenido generado por IA.

Pantalla de ordenador.

Hemos observado que se hace necesario educar a nuestros adolescentes en el uso de estas tecnologías puesto que ya lo están experimento como un apoyo, pero sin indicaciones y formación suficiente para hacer un buen uso de ellas.  

En los dos experimentos llevados a cabo; detección de imágenes generadas con IA y realización de un examen de matemáticas con el soporte de ChatGPT se observó que la tutorización ofrecida influía en la capacidad de realizar la tarea. 

En el primer experimento, pudimos observar que el entrenamiento y guías previas ofrecidas al grupo tutorizado parecía aumentar la identificación de rostros generados con IA. La formación parecía ponerlos en alerta. 

En el segundo experimento, en el que debían realizar en grupo un examen de matemáticas y podían resolverlo con ayuda de ChatGPT, la mitad de los grupos suspendieron el examen y de hecho 4 de los 5 grupos que aprobaron el examen habían recibido indicaciones sobre cómo hacer un buen uso. 

A raíz de los resultados, concluimos que se hace necesario por tanto entender bien cómo se puede educar en este sentido y nos invita a seguir investigando sobre la IA para aprovechar al máximo sus beneficios y minimizar sus riesgos.

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