La era post PC está llegando. Algunos dirán que ya ha plantado sus raíces con los smartphones, las tabletas y todos los dispositivos que se derivan de estos modelos, como las smart TVs, los smartwatches y demás artefactos con el prefijo ‘smart’. Pero llevar el Internet de las cosas a objetos cotidianos que en principio poco tienen de electrónicos es otro cantar. Y algunos de los casos que ocurren tienen especial interés. Como el reloj de cuco que conecta con Twitter, producto de una consultora londinense.
#Flock es el nombre que se le ha dado a este reloj de cuco, cuyo mecanismo va más allá de una figurita de pájaro que sale a dar la bienvenida cada hora. Mediante pequeños circuitos y microcontroladores, así como una conexión inalámbrica, el objeto accede a una API que le permite recibir y enviar datos de aplicaciones web. De esta forma es como se conecta con Twitter. El resultado es que el objeto responde a las menciones, los retuits o los mensajes directos que recibe el usuario, activando unas figuritas de madera.
Aparte de la curiosidad que suscita este invento, la idea ambiciona dar una vuelta de tuerca al Internet de las cosas. El funcionamiento es el mismo que el de otros objetos a los que se conecta a una red y que tienen la capacidad de activar sus funciones tradicionales mediante información recibida a través de la Web. En el caso de #Flock la novedad consiste en la entrada de los datos sociales, procedentes de Twitter. Se está procesando información generada en el perfil personal de una red social y, aunque esto pueda parecer más entretenido que relevante, abre un nuevo ámbito de posibilidades.
Hay que tener en cuenta que una de las actividades más comunes para las que se usan las tabletas son las redes sociales. Y por encima, incluso, está la consulta del correo electrónico. Estos dispositivos se usan de forma más cotidiana, si se puede decir, que un ordenador. Dejando el trabajo aparte, los usuarios los utilizan en su tiempo de ocio, en el hogar, en donde coexisten otros muchos objetos. Añadir a alguno de estos instrumentos la capacidad de alertarnos de que hemos recibido un tweet, de que nos han contestado a un correo electrónico o nos han etiquetado en una foto de Facebook, tendería un vínculo más intenso aún con el mundo virtual.
Construyendo Internet de las cosas
La consultora tecnológica Berg, con sede en Londres, ya ha trabajado en otros proyectos relacionados con Internet de las cosas anteriormente. En uno de ellos conectó una lámpara a los servicios de Google y la luz que se emitía dependía de la información proveniente de la Red. La base es la misma en todos los casos. De hecho, la compañía ha creado un conjunto de herramientas para facilitar la experimentación a las empresas del sector tecnológico.
Se trata de un kit de desarrollo, que incluye el acceso a una serie de APIs para hacer posible el envío y recibimiento de datos por un objeto. Otros elementos importantes son el hardware en forma de circuitos y la conexión inalámbrica. Además, se proporciona una interfaz móvil de usuario que permite controlar el sistema a través de las plataformas iOS, Android o Windows Phone.
El objetivo de todo esto, según expresan desde Berg, es promover el desarrollo de Internet de las cosas. Los retos en ingeniería son de enormes proporciones hoy por hoy, como indica el CEO de la consultora, Matt Webb, quien en cambio piensa que se puede ir abriendo camino disponiendo de una plataforma que sirva para poner en marcha prototipos.
Sin una experimentación previa es imposible alcanzar la fase de comercialización. Y con Internet de las cosas la tarea tiene un regusto a garaje, como la construcción de los primeros ordenadores personales. Es posible que un conjunto rudimentario de herramientas y una buena dosis de imaginación sean lo que hacen falta para el despegue Internet de las cosas.