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El porqué del florecimiento de algunos cerezos en Japón

El paso de los tifones otoñales sobre el país nipón ha cambiado el ciclo vital de estos árboles, lo que ha supuesto un cambio en la paleta de colores del paisaje del sol naciente.

Japón es un país de tradiciones, un lugar donde la abundancia del acervo es tal que ha sobrepasado sus fronteras y ha inundado occidente. Desde la gastronomía, hasta la literatura. El país nipón anclado en el extremo oriente del globo, vive a medio pie entre lo clásico y lo moderno. Sirve de ejemplo al mundo entero como nación en equilibrio entre lo terrenal y lo espiritual.

Por eso, cuando algún elemento del ecosistema en el paisaje es perturbado, incluso por las propias fuerzas de la naturaleza, se produce un pequeño sobresalto en la sociedad. El cual, pasado los días, y una vez subsanado por el paso del tiempo vuelve a dejar en la gente el poso de tranquilidad que existía anteriormente. Y con ello, el sentimiento de un pueblo, que ve en la naturaleza la mejor manera de respetar la idiosincrasia de las cosas.

Este hecho, de carácter general, se ha dado a nivel particular. Y es que, los cerezos típicos del país nipón, los de la variedad somei-yoshino, han florecido este otoño. En vez de en su estación por excelencia, la primavera.

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Cerezos en flor

El sakura, uno de los símbolos de Japón

Dentro de la simbología del país oriental, el cerezo es el árbol nacional. Y, por consiguiente, el sakura (flor del cerezo) su flor nacional. La noticia ha saltado recientemente, cuando hace unas semanas y en pleno otoño, en varios puntos de la geografía nipona se han divisado algunos cerezos en flor. Cuestión extraña porque no se corresponde con su época de florecimiento, siendo ésta la primavera.

Por lo general, los cerezos se abren a la belleza en la citada época primaveral, alrededor del 6 de abril. Pero, según los expertos, los últimos tifones que azotaron el país a finales de septiembre expusieron los árboles a la sal, lo que causó que sus hojas se marchitaran. La falta de hormonas para mantener los brotes bajo control, junto con las temperaturas cálidas que siguieron al temporal, hicieron que los brotes florecieran.

Por lo tanto, la estampa de muchos de los parajes japoneses se ha vuelto rosácea. Y con ello, la paleta de colores de esta época se ha modificado convirtiéndose en un cuadro pintoresco, donde los rosas y los blancos se unen a los naranjas y marrones.

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