Los vehículos híbridos combinan las prestaciones del motor de combustión interna con las del motor eléctrico, con un ahorro notable en combustible y cero emisiones a la atmósfera
La invención del motor híbrido surge de la necesidad de mejorar el ahorro de combustible en los vehículos actuales y aumentar su potencia, combinando las prestaciones de los motores de gasolina con los motores eléctricos. Dos fuentes de potencia que pueden trabajar juntas, por separado o en paralelo, en función del tipo de uso para el que están diseñados. Pero veamos el funcionamiento del motor híbrido de un coche y que diferencias existen.
Funcionamiento del motor híbrido
Este tipo de motores se compone de una serie de engranajes que conectan cada uno de los motores a una cadena que aporta movimiento a las ruedas. El motor eléctrico es quien inicia el movimiento del vehículo haciendo girar el engranaje exterior, ganando velocidad sin consumir una gota de gasolina. En cambio, a partir de una cierta velocidad, el motor de combustión interna se activa haciendo girar los 4 engranajes del divisor de potencia y aumentando la potencia del coche.
El sistema se completa con un engranaje central conectado a un generador que carga las baterías, accionado por el motor de gasolina y que aporta potencia extra al motor eléctrico. Esta es la clave del funcionamiento del motor híbrido, pero veamos los dos tipos de motores que existen.
Híbrido en paralelo
Aunque los coches híbridos más comunes son los llamados híbridos en paralelo, existe otra tipología de híbridos en serie con diferencias notables en función de la contribución del motor de gasolina al movimiento y el ámbito de uso del vehículo. Es decir, en función de si circulamos habitualmente en ciudad o en carretera, el híbrido en paralelo o en serie aporta unas prestaciones u otras.
En el caso de los híbridos en paralelo, tanto el motor eléctrico como el de combustión interna están conectados a las ruedas del vehículo, pudiendo trabajar de forma conjunta o por separado. Esta particularidad los hace especialmente interesantes desde el punto de vista del consumo y las emisiones.
Circulando en ciudad, donde no hace falta mucha potencia, el motor eléctrico permite un ahorro notable de combustible y cero emisiones a la atmósfera, alimentado con la energía almacenada en las baterías instaladas en el coche. Estas baterías pueden recargarse estando parado mediante una toma-corriente o bien en marcha a través del generador acoplado al motor de combustión interna. En este último caso, la fuerza que llega a las ruedas procede tanto del motor eléctrico, alimentado por la electricidad que producen el generador, como del motor de combustión. Una excelente opción para los que necesitan más prestaciones y autonomía en carretera.
Híbridos en serie
En cambio, en los híbridos en serie, el vehículo se mueve con la potencia que suministra el motor eléctrico, utilizando la electricidad suministrada por el generador accionado por el motor de combustión interna. La ventaja de este tipo de vehículos reside en las prestaciones y autonomía que aporta el motor eléctrico en ciudad, a través del generador y de las propias baterías.
Otras prestaciones
Algunas de las tecnologías avanzadas que incorporan este tipo de vehículos híbridos, ya sean en paralelo o en serie, incluyen en frenado regenerativo. Un sistema para aprovechar la energía consumida durante el frenado y transformarla en electricidad para luego almacenarla en las baterías del coche. El encendido/apagado automático del motor o el asistente del motor eléctrico para aportar fuerza adicional en caso de adelantamiento o carreteras en pendiente, son dos de las tecnologías incorporadas en este tipo de vehículos que día a día va ganando adeptos.
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