Muchas buenas ideas de negocio nacen dentro del contexto de las cosas que nos gustan. Aficiones y hobbies que despiertan nuestro interés por saber y conocer más cosas, nos hacen profundizar en ciertas materias y, con el tiempo, las hacemos nuestra forma de vida y la base de nuestra carrera profesional. En el sector de la tecnología y, en los últimos años, en el mundo de las start-ups que operan en la red, podemos ver buenos ejemplos de ideas de negocio que, en origen, se apoyaron en una pasión, en una afición y en el interés que suscitaba la red, las redes sociales o las comunicaciones móviles.
Muchos de los referentes de la industria, como Apple, y algunas de las figuras clave que operaron en Silicon Valley en los años 70 cimentaron sus carreras sobre su pasión por la tecnología y, específicamente, sobre el mundo de la computación. En la mitad de la década de los 70 comenzaron a llegar al mercado los primeros computadores destinados a los hogares y los centros educativos, es decir, se abrió la puerta para que la computación llegase a los aficionados que, hasta entonces, solamente podían ponerse delante de un ordenador en los laboratorios de las universidades y las grandes empresas.
En este ecosistema en plena ebullición, con los primeros computadores llegando al mercado en forma de kits que los propios aficionados ensamblaban y montaban, comenzó a crearse una comunidad de aficionados que se reunía periódicamente para intercambiar software, trucos y consejos en clubes que se hicieron extremadamente populares. Uno de los clubes más importantes fue el que se formó en el enclave del Silicon Valley, que se reunía en Menlo Park, y congregó a figuras clave como Steve Wozniak, Adam Osborne o el hacker John Draper (alias Captain Crunch): el Homebrew Computer Club.
El contexto tecnológico
En el año 1975 llegaron al mercado dos computadores que tuvieron un gran impacto entre los aficionados al mundo de la electrónica y la computación: el Altair 8800 y el IMSAI 8800. Estos dos computadores tenían la particularidad de haberse concebido para un uso doméstico y tenían como principal público objetivo los aficionados a la programación y la electrónica; de hecho, se comercializaban en forma de kit para que los que lo adquiriesen pudiesen ensamblarlo en casa y construir su ordenador componente a componente.
Esta afición por el do-it-yourself se hizo muy popular y a través de revistas como Popular Electronics y se comercializaban en forma de anuncios. Hoy en día, el Altair 8800 de MITS se considera el detonante de la revolución que surgió alrededor de la computación personal y, en su primer mes de ventas, la compañía recibió pedidos que multiplicaron por 10 la demanda total estimada para todo el ciclo de vida del producto (de hecho, el primer lenguaje de programación para este sistema fue el Altair BASIC, escrito por Bill Gates y Paul Allen, dos figuras clave del panorama tecnológico).
El IMSAI 8800, que por cierto se puede ver como parte del atrezzo de la película War Games de 1984, también llegó al mercado en forma de kit en diciembre de 1975 y, al estar basado en el mismo procesador que el Altair 8800, se hizo también muy popular porque adoptó algunos de sus parámetros de diseño como el bus S-100 (que se convirtió en un estándar de facto), el uso de tarjetas para ampliar funcionalidades del computador y la posibilidad de usar el BASIC del Altair contribuyeron mucho a su popularidad y su llegada, incluso, a pequeñas y medianas empresas.
Tras el montaje y ensamblado de computadoras como el Altair, los aficionados trabajaban en el desarrollo de aplicaciones como vía con la que ampliar conocimientos y, cómo no, disfrutar de su afición a la electrónica y la computación. Dentro de este proceso, las propias revistas servían como punto de intercambio de trucos, pautas, consejos, proyectos y, al final, iban ubicando geográficamente a los aficionados hasta el punto que era habitual que estos organizasen alguna «quedada» para charlar en vivo.
Las reuniones del club
En este entorno, Gordon French, que era un aficionado a la computación, solía reunirse con Fred Moore, otro aficionado, en el Community Computer Center de Menlo Park, una ciudad del Condado de San Mateo (California). En estas reuniones, ambos solían intercambiar experiencias, trucos, consejos y diseños, y llegaron a la conclusión de que si sumaban a más gente podrían hacer reuniones abiertas en las que compartir conocimiento y pasar un buen rato a la vez que aprendían.
Con esta idea, en marzo de 1975 nacía oficialmente el Homebrew Computer Club con una primera reunión que se celebró en el garaje de la casa de Gordon French y que giró alrededor del Altair 8800. La reunión fue un éxito porque French y Moore contactaron con Altair y consiguieron una computadora para reseñar y analizar durante la reunión.
Tras este pistoletazo de salida, y en vista del éxito de la convocatoria, siguieron convocándose encuentros formales en el Laboratorio Nacional de Aceleradores de la Universidad de Stanford y, entre reunión y reunión, se solían congregar en el bar The Oasis en Menlo Park para seguir hablando sobre computación e intercambiar esquemas, planos y código.
Además de las reuniones presenciales, formales e informarles, otro de los pilares del Homebrew Computer Club fue su boletín de noticias. Esta publicación, que llegó a alcanzar las 21 ediciones entre 1975 y 1977, se enviaba desde un apartado de correos de Mountain View (California) y, hoy en día, lo podemos encontrar digitalizado en la red gracias a los antiguos miembros del grupo.
Su impacto y su legado
Lo que podría parecer una simple reunión de aficionados a los computadores, realmente, era mucho más profundo de lo que pudieron llegar a imaginarse. El Homebrew Computer Club era el lugar en el que Steve Wozniak y Steve Jobs hicieron la primera demostración publica del Apple I, la primera computadora de Apple. Además, fue un lugar en el que se dejaron ver algunas figuras de referencia de la industria tecnológica del Silicon Valley de los años 70 y 80: gente como George Morrow, uno de los pioneros de la industria del diseño y la fabricación de computadores, Adam Osborne (que fundaría la Osborne Computer Corporation y desarrollarían uno de los primeros ordenadores portátiles de la historia, el Osborne I), Jerry Lawson, creador del primer sistema de videojuegos basado en cartuchos, Lee Felsenstein (diseñador del Osborne I) e, incluso, Bill Gates se dejó ver en alguna ocasión para vender el Altair BASIC, que había desarrollado junto a Paul Allen y Monte Davidoff (aunque su faceta comercial nunca terminó de encajar con el «espíritu hacker» de los miembros del club).
Este club fue algo más que una serie de reuniones de aficionados: fue un catalizador de inquietudes y aficiones que terminó convirtiéndose en los cimientos sobre los que se construyó una industria y donde empresas referente como Apple o Microsoft dieron sus primeros pasos. Además, el modelo de reuniones del club se extendió por Estados Unidos y Europa, congregando a los aficionados y propiciando un ambiente de colaboración y co-creación del que también surgieron ideas empresariales.
La última reunión del Homebrew Computer Club se celebró en diciembre de 1986 pero, desde entonces, está considerado un capítulo muy importante en la historia de la tecnología.
Imágenes: Computer History Museum, Digibarn y Vintage Computer