Son las 7 de la mañana y a diferencia de la gran mayoría de la sociedad, mi despertador no suena, vibra. Acaban de llamar al timbre de mi casa y no suena, se iluminan unas luces en todas las estancias. Abro la puerta y aparece un repartidor con un paquete, no puedo entender lo que dice porque lleva mascarilla, nos comunicamos por escrito con un bolígrafo y papel. En mi día a día, al igual que el resto de las personas sordas, nos encontramos situaciones que no podemos salvar sin medidas de accesibilidad ni sostenibilidad.
Me llamo Alberto y tengo 40 años, soy hijo único en una familia de personas oyentes. Desde mi infancia he vivido con barreras de comunicación que me dificultaron mi aprendizaje en la etapa escolar, en mis relaciones con los amigos e incluso con mis propios familiares. Apoyándome en la lectura labial y los restos auditivos que me quedaban conseguí terminar mis estudios y desarrollar las habilidades para convertirme en consultor informático.
Barreras cotidianas que dificultan la inclusión de las personas sordas
Hasta el COVID, mis visitas médicas se resolvían con papel y bolígrafo, lectura labial y esperando la empatía del personal sanitario. Desde la pandemia en las consultas médicas y hospitales, debido a la normativa COVID, los médicos, enfermeros y personal sanitario están obligados a llevar mascarillas, lo cual dificulta muchísimo la comunicación. Además, hay otra barrera, en las salas de espera te llaman por megafonía por lo que no podemos saber cuándo nos reclaman.
Un apartado aparte merecen todas las empresas y administraciones públicas que no cuentan con medidas de accesibilidad para personas sordas, en las cuales sus servicios de atención al cliente priorizan el contacto telefónico sobre el presencial, lo que dificulta mucho hacer gestiones que surgen en el día a día. Tras esta primera barrera, tenemos la segunda barrera cuando consigues una cita presencial. La falta de medidas de accesibilidad como intérpretes de Lengua de Signos o ayudas auditivas como bucles magnéticos (ayudas técnicas que permiten una mejor comprensión de la información para personas con audífonos), dificultan la comunicación con el personal de atención al cliente, con el riesgo elevado de tener malentendidos y, por ende, una profunda frustración por no ser atendidas nuestras necesidades al igual que las del resto de las personas.
Esta situación provoca que en situaciones importantes como firmas o contrataciones debamos contar con ayuda de nuestros familiares, lo que nos resta autonomía e intimidad. La falta de ocio y cultura accesible ha supuesto históricamente la principal causa de exclusión social de las personas sordas. Las consecuencias directas fueron la creación de una cultura y ocio propio, desde festivales de cine sordo pasando por actividades en asociaciones de sordos y eventos organizados por y para personas sordas. Actividades tan cotidianas para la sociedad como conciertos, obras de teatro, viajes culturales o eventos deportivos, para las personas sordas son escasas debido a las faltas de medidas de accesibilidad.
El impacto de la tecnología
Desde hace un año me sometí a una delicada operación para implantarme un implante coclear, una solución que me permite mejorar mi audición para el ámbito laboral, dónde desarrollo mi labor como desarrollador.
El implante coclear es un producto sanitario implantable activo de alta tecnología que consiste en un transductor que transforma las señales acústicas en señales eléctricas que estimulan el nervio auditivo, Estas señales son procesadas mediante las diferentes partes que forman el implante coclear, algunas de las cuales se colocan en el interior del cráneo y otras en el exterior. Ayuda a las personas a escuchar y puede ser utilizado para personas sordas o que tengan muchas dificultades auditivas. No es lo mismo que un audífono, pues es implantado quirúrgicamente y funciona de manera diferente.
La diversidad es fundamental porque en un equipo diverso, cada uno tiene su propio punto de vista y puede ofrecer diferentes soluciones. Además, una persona sorda tiene la misma capacidad que una persona oyente (para el mundo sordo la persona oyente se refiere a alguien que oye y no tiene limitaciones auditivas) si tiene los medios adecuados. Gracias a la tecnología, la accesibilidad y comunicación ha mejorado mucho con mis compañeros. Aplicaciones como Teams, una maravillosa herramienta de Microsoft que permite transcribir los audios a texto en las reuniones, ayudándome a seguirlas. Además, también podemos chatear, y por supuesto utilizar el correo electrónico, que usan todos mis compañeros.
Para comunicarme tanto para en el entorno laboral como para mi día a día uso herramientas de transcripción de voz a texto, que no son una solución perfecta, pero me ayudan a solventar situaciones de emergencia en las que me tengo que comunicar con una persona oyente.
La importancia de la accesibilidad
El objeto de este artículo es visibilizar mi día a día y el del resto de las personas sordas, pero no quiero terminar mostrando sólo las dificultades. Afortunadamente hay entidades públicas y privadas que están firmemente comprometidas con la accesibilidad, poniendo a disposición de los usuarios herramientas como intérpretes de Lengua de Signos, bucles magnéticos, audiodescripción, braille o pictogramas. Son soluciones que nos permiten interactuar con autonomía. Este es el único camino para conseguir una sociedad accesible, inclusiva y sin barreras.
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