Florence Nightingale y la importancia de la higiene en los hospitales

Durante los últimos meses, que la higiene está ocupando un lugar esencial entre nosotros, resaltamos la figura de Florence Nightingale, la precursora de la limpieza en los centros sanitarios.

En pleno siglo XIX, cuando las mujeres estorbaban de puertas para afuera de sus casas, Florence Nightingale tomó las riendas de su vida y se empeñó, con éxito, en dedicarse a la medicina. En 1854 explotó la Guerra de Crimea y, allí, empezó a trabajar como enfermera.

Tras presenciar la muerte de muchos soldados por la escasez de servicios sanitarios en la zona, Florence fue nombrada supervisora del trabajo de las enfermeras en los hospitales fronterizos.

Además de ganarse el apodo de la Dama de la lámpara, porque paseaba por las noches con un candil para atender a sus enfermos, fue la primera en alarmar de la falta de aseo en el entorno hospitalario.

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Mayor higiene, menor número de fallecidos

Al liderar el grupo de enfermeras, se percató de que morían más soldados por enfermedades infecciosas que por heridas de guerra. Así, ella misma ordenó la limpieza y la ventilación en los hospitales. Como consecuencia, el índice de mortalidad bajó rápidamente.

Después de estos descubrimientos, que hicieron avanzar hacia la enfermería moderna, Florence tuvo un gran reconocimiento público. Gracias a esta fama imprevista, recibió ayudas para crear su propia escuela de enfermeras.

De este modo, unos años más tarde de la finalización de la Guerra de Crimea, se inauguró la Nightingale Training School en el Hospital Saint Thomas de Londres, la primera escuela de enfermería laica del mundo.

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Un pequeño cambio en la enfermería, un gran paso en la salud pública

Si retrocedemos 150 años en el tiempo, podemos ver que la higiene, tanto propia como en los espacios públicos, estaba olvidada. De hecho, los médicos antes de entrar a quirófano o de asistir un parto no se lavaban las manos. De esto alertó el doctor Semmelweis en 1840.

Es cierto que durante las últimas décadas del siglo XIX la limpieza empezó a tener más presencia en el entorno sanitario. Aunque si echamos la vista atrás tan solo 20 años, nos damos cuenta de un hecho tan poco salubre como que en las consultas de los médicos estuviera permitido fumar, con todo lo que ello implica.

Actualmente, quizá a consecuencia de la Covid-19, entre otros motivos, estamos mucho más concienciados respecto a la higiene personal y en los espacios que compartimos. De hecho, hasta que haya vacuna, nuestros mejores aliados son: las mascarillas, el agua y el jabón.

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