La fotografía por satélite se ha convertido en un referente científico e informativo capaz de mostrarnos el mundo desde una perspectiva aérea.
Las imágenes de los satélites han ido evolucionando a lo largo de la historia contemporánea conforme avanzaba la tecnología. Durante el siglo XIX los «satélites»se basaban en cámaras de placas de vidrio sujetas a globos aerostáticos. En el siglo XX, mientras transcurrían sus primeros años, el concepto de satélite tuvo un peculiar recoveco intrahistórico gracias al uso de palomas, a las que acoplaban pequeñas cámaras fotográficas con el fin de poder tener una visión aérea del panorama. Estas fotografías de ciudades y campos, en muchas ocasiones, a parte del objetivo final de la imagen que era mostrar dichos elementos, también podía añadir algún suplemento animal como un ala o una cabeza emplumada.
Cuando comenzó la II Guerra Mundial, el desarrollo del vuelo se incrementó de una manera considerable. Fue en este punto donde los satélites empezaron a tomar la forma que hoy conocemos.
El uso de los satélites
En la actualidad, las imágenes por satélite suponen un núcleo muy importante dentro del estudio de la Tierra. Nos permiten ver la superficie terrestre y marítima desde varias decenas de kilómetros por encima del mar. Ayudan a los expertos a poder ver y observar distintas cuestiones relacionadas con el clima y la naturaleza. Desde la erupción de un volcán en Hawai, hasta conocer la velocidad del viento en medio del océano Pacífico.
Todos estos usos son por los que entendemos a los satélites como artefactos idóneos para el registro de datos relacionados con la naturaleza. Pero, dichos satélites también pueden dar lugar a teorías conspirativas sobre la observación aérea de las personas. Un Gran Hermano orwelliano que comenzó en la Guerra Fría, cuando se dijo (pese a no ser posible) que los satélites tenían la capacidad de sacar una foto desde el espacio en la que se podían leer los titulares de un periódico. Esta falsa premisa desató una histeria colectiva en varios círculos, que ahora, con el uso masificado de Internet, se ha convertido en grupos residuales de clicks en páginas con poca o nada información veraz.
Podemos concretar, por lo tanto, que el uso de satélites ha sido, y seguirá siendo una herramienta muy útil para la especie humana, en su labor de nuevas búsquedas del conocimiento.
