Una antigua fábrica de Sony se ha convertido en una planta de cultivo interior de lechugas, un paso hacia la industrialización de la agricultura
La escasez de alimentos en el mundo es uno de los problemas globales que se citan constantemente. Este reto ha sido la inspiración de Shigeharu Shimamura, experto en fisiología vegetal, cuya compañía ha puesto en marcha una gran planta de cultivo interior que produce 10.000 lechugas diarias. La luz del sol se ha cambiado por bombillas LED y las condiciones de humedad y temperatura se controlan por software para crear el ambiente óptimo para el crecimiento de las lechugas.
Shimamura creó su empresa llamada Mirai (futuro, en japonés) en el año 2004 y desde ese momento ha trabajado en la producción de cultivos interiores. Su inspiración se remonta a la adolescencia, cuando se maravilló con los avances que proponía la Exposición Universal de Tsukuba, celebrada en su país en 1985. A partir de ahí su meta estuvo clara: la industrialización de la agricultura.
Es precisamente lo que hace esta gran planta, situada en el este de Japón, una región que quedó muy afectada por el terremoto y posterior tsunami de 2011. De hecho, el cultivo se ha instalado en una antigua fábrica de Sony Corporation, donde las luces LED –tecnología que proviene de General Electric– emiten con una longitud de onda perfectamente medida para el crecimiento de las plantas.
Las lechugas están plantadas en jardineras que se colocan en 18 estanterías de 15 alturas cada una. En total es una especie de biblioteca de más de 2.300 metros cuadrados repleta de estantes abarrotados del cultivo. Las 10.000 lechugas que produce diariamente la planta dan idea de cómo este método se podría aplicar con éxito para incrementar la cantidad de alimento disponible a nivel regional. Los creadores del proyecto planean implantar este método en Hong Kong y en la parte más oriental de Rusia.
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La planta de Mirai es la más grande del mundo que practica el cultivo interior. Esta industrialización de la agricultura no sería posible sin 17.500 luces LED, cuya duración es mayor que la de los fluorescentes y además consumen un 40% menos de energía. Todo está medido al milímetro. Los responsables de la fábrica regulan los ciclos del día y la noche para alcanzar la mejor combinación entre el despliegue de la fotosíntesis en el tiempo diurno y la respiración nocturna.
No solo se controla la luz, la temperatura y la humedad –por supuesto también el riego– han sido estudiadas cuidadosamente y son las óptimas para el crecimiento de las plantas. El ahorro en la irrigación resulta sorprendente, solo es necesario el 1% del agua que se utiliza en el exterior. El sistema permite que la producción que tenga que ser retirada sea menor de lo que sería en circunstancias normales, mientras que las lechugas crecen dos veces y medio más rápido.
Imagen: Mirai