La capacidad de acceso a Internet con la que se cuenta en la actualidad ha derivado en un exceso informativo y en el nacimiento de las denominadas “mentes obesas”. Solo mediante la innovación será posible encontrar el camino necesario para que los jóvenes puedan alcanzar un estatus de desarrolladores sostenibles de buena calidad informativa.
La democratización del acceso a Internet ha supuesto un avance informativo y comunicativo a nivel mundial. Optimizar ciertas tareas y ahorrar tiempo en ellas es ya posible en sociedades conectadas. Redes sociales, flujos de contenido, portales informativos o servicios comunicativos aportan valor al día a día de las personas que, de forma asidua, se vuelven más dependientes de estos recursos ilimitados.
Incapaces de desconectar
Un 45% de los jóvenes de entre 16 y 24 años asegura no tener la capacidad necesaria para controlar el tiempo pasado frente a los dispositivos móviles. Un dato preocupante que ha levantado la atención de la ciencia sobre cómo las personas son capaces de procesar el exceso de información. Cómo sistemas limitados, cómo la mente humana, son capaces de afrontar una ilimitada exposición informativa. Una abundancia que ha terminado por colmar las cabezas humanas y convertirlas en lo que los expertos denominan como “mentes obesas”.
Con el propósito de hacer frente a esta situación, y conocer sus consecuencias futuras, el departamento de Innovación de productos de Telefónica desarrolló un proyecto de investigación para analizar el comportamiento de los jóvenes frente a la información.
Para ello se formaron dos grupos. Uno de ellos tuvo acceso ilimitado a datos móviles, mientras que al otro se le privó de cualquier tipo de conectividad durante varios días.
Miedo, ansiedad, confusión… Así se sintieron, al principio, quienes dijeron adiós a los datos. Sin acceso a la información más actual sentían que su estatus social se vería perjudicado y, en consecuencia, estarían más marginados de sus compañeros y amigos. Tener que pensar de nuevo cómo ir a los sitios o reactivar la memoria prestada al mundo virtual resultó costoso al comienzo, pero, con el paso de los días, el vacío que la conexión dejó fue sustituido por otro tipo de hábitos. La lectura, salir de casa, comunicarse cara a cara con otras personas y charlar con ellas, reflexionar sobre cómo estaban hiperconectados… Fueron muchas las opciones que nacieron a partir de la autoproclamada “desintoxicación de datos”. Asimismo, este grupo reconoció sentirse más relajado y lleno de energía al no dedicar tanto tiempo a sus dispositivos móviles.
Una desconexión que sirvió para volver a conectarles con el mundo que les rodea. Un sentimiento que, sin embargo, no fue compartido por quienes tuvieron que sufrir días y días de conexión sin límites. El sobreestímulo les llevó a sentirse más aislados en medio del mundo virtual. A pesar de que mantenían relaciones con otras personas a través de las distintas redes sociales y plataformas, se sentían solos y buscaban nuevos hábitos adictivos. Admitieron el agotamiento tanto mental como físico que les suponía estar conectados, pero, igualmente, reconocían no tener la capacidad de resistir a cualquier imagen fija o en movimiento, vídeo o representación, que se presentase en sus dispositivos móviles.
Todo un proceso neurológico
Pero no todos los aspectos de la tecnología son malos. Tal y como aseguraron los jóvenes que se presentaron al proyecto, estar conectados les ha ayudado en ocasiones a superar varios aspectos tanto de su trabajo como de su vida. Reconocieron también que el entretenimiento es el contenido más consumido y en lo que prefieren invertir su tiempo.
Resistir a la tentación de “más” y de “nuevo” es algo difícil para los jóvenes y la razón principal que les lleva a estar conectados. Y es que, cuando la dopamina hace presencia hay poco a lo que resistirse. Cada vez que se obtiene una notificación o se actualiza, se estimula un proceso neurológico donde cada fragmento de información interesante produce la liberación de dopamina y con ella la felicidad.
Un futuro esperanzador
Las “mentes obesas” se apoderan silenciosamente de la sociedad pero, como el proyecto de Telefónica demuestra, todavía hay esperanza. Hay quienes van más allá y usan la conexión de manera sostenible o, al menos, tiene intención de hacerlo. Hasta un 54% de los jóvenes de entre 16 a 24 años de edad encuestados por la compañía telefónica, aseguraron que en un futuro les gustaría desarrollar una mejor conducta en torno a los dispositivos conectados. Además, el 41% afirmaron estar dispuestos a reducir el tiempo que gastan frente a sus dispositivos si alguien o algún servicio les ayuda.
Al final, solo mediante la innovación será posible encontrar el camino necesario para que los jóvenes dejen de perpetrar el perfil de “mentes obesas” y se aproximen al de desarrolladores sostenibles de buena calidad informativa.