Ya hace dos años que Wired sacó su famosa portada anunciando la muerte de la web y a pesar que se la calificó largamente como una exageración, desde entonces se abrió un gran debate que aún no ha terminado. Es cierto que cada vez menos usamos la web tal como la conocíamos, buscando la información a través de la navegación, y cada vez más la usamos a través del móvil, mediante plataformas semi-cerradas que nos acercan ese contenido. Es un espacio que Google no puede rastrear y donde ya no reina el HTML.
En ese momento, Chris Anderson ponía su mirada sobre una tendencia que continúa: usamos cada vez más las aplicaciones que la web, y éstas tienden a ser cerradas; sus esquemas son propietarios y las empresas que los promueven suelen basarse en esquemas tradicionales. El tipo de contenido que vemos en los navegadores (datos en HTML distribuido mediante el protocolo http en el puerto 80) es menos de un cuarto del tráfico total de internet, y sigue reduciéndose. Entre las aplicaciones que más tráfico se llevan en internet contamos a las transferencias P2P, el email, VPNs de empresas, las comunicaciones de APIs, llamadas de Skype, World of Warcraft y otros juegos en línea, Xbox Live, iTunes, voz sobre IP, iChat y el streaming de películas de Netflix.
Nuestra sociedad es cada vez más móvil. Los usuarios también tienden a pagar por servicios que antes eran gratuitos en la web y esto, según Anderson y varios, pone en riesgo la atmósfera de apertura que reina en internet tal como la conocemos.
Lo cierto es que desde ese momento las estadísticas y los estudios sobre uso de móviles o consumo de internet no hacen más que mostrar mucho de lo que Anderson señalaba: el uso mundial de internet mediante móviles se ha casi duplicado a un 8.5% desde un 4.3% el año pasado (y esto sin contar el uso de tablets), según StatCounter. La investigación también señala que este incremento en el uso de dispositivos móviles para usar internet se viene doblando cada año desde 2009.
Otra investigación, esta de Pew, señalaba que el 88% de los adultos en los Estados Unidos tienen un teléfono móvil y el 55% lo usa para conectarse a internet. Una minoría bastante significativa de ellos, el 17%, lo utiliza como su primer dispositivo de acceso a internet, suplantando a los portátiles u ordenadores de escritorio.
Las tablets son parte importante de la causa del aumento de tráfico móvil. IgnitionOne presentó un estudio que indica que la búsqueda a través de dispositivos móviles creció un 333% en el segundo trimestre de 2012 en los Estados Unidos comparándolo con el mismo período el año anterior. De esos dispositivos, el 60% son tablets.
Los defensores de la web sostienen que HTML5 será uno de los grandes protagonistas de esta nueva era, preparado para distribuir contenido atractivo en cuanto a la experiencia de usuario se refiere. Si un navegador web standard puede ofrecer una buena calidad en el servicio actuando como una aplicación, quizás no sea necesario entrar en un sistema cerrado y propietario. Al fin y al cabo, las aplicaciones han mostrado que son nada menos que una nueva forma de poner imágenes, video e interacción, en un paquete que permite que la gente pueda disfrutarlo durante más tiempo que el que normalmente dedica a visitar una web.
Cada vez hay más dispositivos móviles en el mercado, y esos nuevos formatos especializados necesitan aplicaciones que empaquen los contenidos para adaptarse a estas nuevas pantallas y características de uso (pensemos en los gestos táctiles por ejemplo).
Y según las tendencias en estos años, como usuarios estamos prefiriendo pagar por tener contenido ordenado que llegue a nuestros dispositivos móviles y evitarnos el tener que salir a buscarlo para consumirlo.
Uno de los creadores de la web, Tim Berners Lee, veía algo definitivamente negativo en esta tendencia ya que da a gigantes como Apple y Google control sobre sus jardines vallados de una forma que no beneficia en nada al conjunto de internet.
En el debate sobre esta tendencia de la web también hay quien dice que la innovación surge y florece en los espacios abiertos, tal como ha sido la web hasta ahora, y que incluso en esta etapa de internet, donde grandes compañías empiezan a capitalizar el contenido, seguirá siendo necesaria la colaboración y el intercambio entre distintos sectores. «Lo abierto y lo cerrado están en una danza grandiosa, y siempre lo han estado», señalaba Tim O’Reilly, entrando en el debate. «La apertura es el lugar donde la innovación sucede; en espacios cerrados es donde se captura el valor, y luego todo comienza otra vez». La siguiente etapa de los servicios del futuro será una que requerirá cooperación entre compañías, según O’Reilly.
Otras voces, como la de Dave Winer, se sumaron a la discusión. El pionero del RSS coincidió en que las apps tal como las conocemos ahora no son el futuro, e incluso hubo quienes las comparó con el CD ROM de los 90’s. Probablemente no sea tan simple como establecer una dicotomía entre las apps y el navegador web, y necesitemos otro paradigma.
La pregunta parece estar en saber si la web será capaz de evolucionar hacia un panorama donde las necesidades de negocio sean satisfechas mientras se conservan los valores de la apertura y los estándares comunes. Estamos en un buen momento para experimentar y olvidar todos nuestros prejuicios sobre lo que el usuario estaría dispuesto o no a pagar. Si algunos desarrolladores o startups están trabajando en ello, es muy probable que lleguen a una solución y lo que haya muerto de la web sea sólo una primera etapa, su niñez, y podamos pasar a tener lo mejor de los dos mundos.
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