Sol Estrella

La NASA se adentra por primera vez en la atmósfera del Sol

La revista Nature recoge cuatro artículos que revelan los primeros datos recogidos por la sonda Parker de la NASA tras adentrarse en la propia atmósfera del Sol.

¿Cómo se formó nuestro Sistema Solar? ¿Cómo se comporta el Sol? La Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA) se encuentra inmersa en múltiples investigaciones para la detección de nuevos exoplanetas, con el propósito de estudiar la composición de Marte y para comprender cómo se originó el Sistema Solar, entre muchas otras.

En este sentido, un nuevo análisis publicado en la revista especializada Nature revela los primeros datos que ha recogido la sonda Parker de la NASA dentro de la propia atmósfera del Sol. En total, cuatro artículos relatan los resultados de los dos acercamientos que ha tenido la nave espacial en este entorno por primera vez en la historia.

Comprender la temperatura de la estrella

La sonda Parker fue lanzada al espacio exterior por la NASA hace algo más de un año, en agosto de 2018, con el propósito de estudiar el comportamiento del Sol para revelar detalles que todavía se desconocen.

Esta misión es la primera en la historia del espacio que se acerca tanto a nuestra estrella y que nos ayudará a comprender sus misterios, o al menos eso esperan desde la NASA.

El objetivo de la misión es comprender por qué las capas superficiales de la propia atmósfera solar alcanzan temperaturas de hasta un millón de grados, en comparación con las capas internas que llegan sólo a los 5.000 grados.

Para ello, la sonda Parker está situada en una órbita elíptica que se acerca al Sol cada cinco meses. En noviembre de 2018, y en abril de 2019, realizó sus dos primeros acercamientos. El pasado mes de septiembre la sonda completó su tercer viaje volando, aproximadamente, a 24 millones de kilómetros de la superficie solar. Ahora conocemos algunos de los resultados que tratan de explicar cómo se producen las ondas de partículas y el campo magnético del viento solar.

Un flujo de partículas mucho más rápido

Uno de los primeros resultados que avanzan es que el flujo de partículas es más rápido de lo que se pensaba y observaba. Uno de los autores de esta investigación, el físico Justin Kasper, destaca que «el viento solar avanza formando enormes olas, que, en cuestión de minutos, duplican su velocidad llegando hasta los 150 kilómetros por segundo. Algo nunca visto».

Por otra parte, prosigue, cuando la nave se encontraba cerca del Sol, los científicos descubrieron que «el viento giraba alrededor del Sol en la misma dirección en que gira alrededor de su eje. Esto se había predicho, pero la rotación que encontramos es de 10 a 20 veces más rápida de lo que decían los modelos estándar del Sol. De hecho, siguió aumentando a medida que nos acercamos a él y alcanzamos un máximo de aproximadamente 50 km/s», asegura.

El origen del viento solar lento

Otro de los estudios publicados recientemente se encarga de analizar el viento solar lento y su origen. Previamente, los investigadores habían hallado que el viento solar tiene dos componentes: uno rápido que viaja a más de 500 kilómetros por segundo, y uno lento por debajo de los 500 kilómetros por segundo cuyo origen todavía se desconoce.

Los autores han podido averiguar que este viento se forma en agujeros en la corona. «Los tres primeros encuentros de la sonda solar que hemos tenido hasta ahora han sido espectaculares. Podemos ver la estructura magnética de la corona, que nos dice que el viento solar está emergiendo de pequeños agujeros coronales, vemos actividad impulsiva, grandes llamaradas o interrupciones, que creemos que están relacionadas con el origen del viento solar. Y también nos sorprende la ferocidad de un ambiente lleno de polvo», destaca el autor del estudio y físico, Stuart Bale.

Finalmente, los otros dos estudios publicados se centran en el análisis de las partículas de energía que viajan alrededor del Sol y de la presencia de polvo en zonas cercanas a la estrella. Concretamente, se ha podido descubrir que las partículas en el viento solar pueden ser liberadas en llamaradas explosivas y no irradiadas.

«La corona es de un millón de grados, pero la superficie del Sol es sólo de miles. Es como si la temperatura de la superficie de la Tierra fuera la misma, pero su atmósfera fuera de muchos miles de grados. ¿Cómo puede ser esto? Uno esperaría una menor temperatura a medida que se aleja de la superficie», se pregunta Tim Horbury, investigador del estudio.

Por último, los científicos han podido observar la presencia de polvo en zonas cercanas a nuestra estrella que podrían ser, tal y cómo afirman, restos de asteroides o cometas que desaparecieron al acercarse al Sol.

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