Don Rodrigo Sánchez Arjona era un rico terrateniente, vecino de Fregenal de la Sierra, en la provincia de Badajoz. Interesado en temas relacionados con la ciencia y la tecnología, estuvo al tanto de los avances de su época, a finales del siglo XIX. Adquirió en París unos teléfonos Bell y, de regreso a su pueblo, obtuvo autorización para instalar una línea telefónica de 8 kilómetros entre su casa y su finca. Era el año 1880 y se convertía así en un pionero español de las telecomunicaciones. Esta es la primera línea autorizada de telefonía en España.
Lidiando con la burocracia
Si algo caracteriza a Sánchez Arjona es su afán de innovación y su determinación por conseguir su objetivo. El teléfono era el invento del momento, y su curiosidad le llevó a intentar con ahínco llevar a buen puerto la instalación de una línea en su pueblo. En un pleno municipal de 1880, donde se acordó la instalación de una oficina telegráfica municipal en la ciudad de Fregenal de la Sierra, Sánchez Arjona propone también que se permita a él y a cualquier otro vecino poner por su propia cuenta hilos para la utilización del teléfono.
Con los poderes notariales del Ayuntamiento, viajó a Madrid para que el Director de Telégrafos autorizase tanto la instalación de la línea telegráfica y la telefónica particular. Las comunicaciones dependían del Cuerpo de Telégrafos, que instalaba y gestionaba las telecomunicaciones en el país desde el año 1856.
Durante su viaje a Madrid, Sánchez Arjona se documentó sobre instalaciones de telefonía y las experiencias y pruebas que ya se habían dado, y se entrevista con autoridades de las telecomunicaciones del momento. Finalmente, se decidió a instalar los teléfonos que había comprado en París para poner en marcha su proyecto de línea. Con todos los papeles en regla, ya estaba listo para acometer su empresa.
El experimento fue todo un éxito. En el año 1880, Don Rodrigo Sánchez Arjona estableció comunicación entre su casa y su finca con una línea telefónica autorizada, la primera de España en el ámbito rural. Unos años antes, en Cuba, cuando la isla todavía era territorio español, el primer teléfono también conectaba una casa particular con otro edificio, en este caso una estación de bomberos.
Como todos los grandes pensadores, no se conformó con conectar sus propiedades por teléfono. Más adelante, consiguió que se le permitiera utilizar las mismas líneas telegráficas para hacer una prueba de comunicación telefónica entre Fregenal, Sevilla y Cádiz, en la que también consiguió su propósito.
Las trabas en la innovación
Comprobada la efectividad del teléfono, propuso ir un paso más allá, construyendo una red que enlazara las casas de sus amigos en varios pueblos de la comarca, llegando hasta Almendralejo y Villafranca de los Barros. Desgraciadamente, no llegó a buen puerto por cuestiones judiciales del momento.
La historia de Don Rodrigo Sánchez Arjona da buena muestra de cómo los pioneros y emprendedores lo son por méritos propios, por su afán de conocimiento y por intentar llevar a cabo sus ideas y metas hasta el final. Aunque los últimos y ambiciosos retos de este destacado vecino de Fregenal de la Sierra se trucaron por temas que escapaban a su control, fue capaz de convertirse en un innovador de las telecomunicaciones en España.
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