¿Recuerdan esa escena de Looney Toons en la que un embajador conseguía una pareja para un baile de gala con solo echarle unas gotas de agua a una cajita? ¿O esas ocasiones en Star Trek Deep Space Nine en las que alguien pedía una comida y un electrodoméstico la materializaba en segundos? Puede que nuestro porvenir sea así de instantáneo, pero no gracias a la magia o a la ficción. Será mérito de la impresión 3D.
El acto de imprimir es uno de los más cercanos a la creación, pura y dura. Es un instante de momentánea omnipotencia, sobre todo cuando le ordenamos a una máquina desde la distancia. Antes, nada; minutos después, arte… o trabajos, folletos, libros, periódicos y, en pocos años, lo que queramos.
Imprimir es duplicar, triplicar, es la multiplicación de la receta del pan y del condimento para el pescado. Es el conocimiento en formato inalámbrico y remoto, una victoria para la civilización.
Nuestros ancestros usaban sellos cilíndricos de madera con motivos en negativo y tintas naturales, o bloques de madera. Mil años después, aparecen los tipos móviles. Quinientos más y aparece Gutenberg.
Súmenle otros quinientos más y la bidimensionalidad se convierte en algo obsoleto. La impresión plana, que expandió las religiones en libros sagrados y originó revoluciones con pasquines libertarios, llegó a su límite.
Es momento de la impresión 3D, de la materialización de objetos, de un mundo hecho a la carta.
A la carta será la comida. Ya la NASA está financiando la fabricación de una máquina que imprime alimentos para los astronautas. La pizza es prioridad, aparentemente.
http://youtu.be/gJkp4gNUU3c
El chocolate y otros postres también se pueden confeccionar layer a layer, rebanada a rebanada. Incluso Hershey´s se apresta a comercializar un bombón fabricado así.
Aún después de protagonizar cualquier festín de comida impresa, se puede mantener una higiene bucal óptima con el cepillo Blizzident. Es una pieza hecha con un scan de tu propia boca; un molde que limpia todos los dientes a la vez, en una sola mordida de 6 segundos.
En poco tiempo, deberíamos prepararnos para imprimir nuestros propios pantalones, nuestros vestidos, nuestros accesorios, todo en casa. Manejo de photoshop requerido, como dicen por ahí, y no sólo para los talleres de alta costura.
Junto a su colección de otoño/invierno, la diseñadora Kimberly Ovitz lanzó una línea de joyería que se imprime en tres dimensiones, según las características de la mano, el lóbulo, o el cuello de quien la vaya a usar. (Previamente hablamos del proyecto Kinematics de Nervous System, de joyería para imprimir en casa).
Pero además de los usos recreativos, que siempre son llamativos y llaman al retuit, también se nos viene un horizonte de amplísimos usos para la impresión.
Se avecina un futuro de operaciones ambulatorias en las que imprimirán tendones con tu mismo tejido y te sanarán en minutos. Se avecina un mundo en el que una workstation de impresión en el hogar será el taller mecánico de tu propio cuerpo. (En este video de Ted Talk el doctor Anthony Atala detalla cómo será la impresión de órganos).
Si no, pregúntenle a los amigos de LayerWise, que hace poco imprimieron la primera quijada artificial para uso humano. La benéfica consecuencia fue que una mujer de 83 años recuperó parte de su esqueleto. (Anteriormente comentamos del padre que imprimió una mano funcional para su hijo)
Un mundo feliz. A color y en materiales ultralivianos.
Imagen destacada vía Seren