Las relaciones vida-tecnología y su proyección como manifestación artística son una de las obsesiones del artista mexicano Rafael Lozano-Hemmer, como muestra en la obra que se expone en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid
Rafael Lozano-Hemmer es un artista electrónico que desarrolla instalaciones interactivas entre la arquitectura y el arte de la performance. Su principal interés se centra en la creación de plataformas para la participación pública, alterando herramientas tecnológicas como la robótica, la vigilancia computerizada o las redes telemáticas.
Transformar el pulso humano o la respiración en un fenómeno estético supone un intento de encontrar aquellos puntos de intersección que puedan existir entre el campo de la ciencia y el del arte. El propio Lozano-Hemmer lo explica así:
“Y no es que arte y ciencia sean totalmente antagónicas, pero sí es cierto que el arte busca la interrupción, el ruido, el silencio, la negación, la necedad, la repetición, el absurdo… todos estos son conceptos fundamentales en el buen arte que no tienen cabida en las ciencias. Las ciencias buscan, precisamente, disminuir la ambigüedad. Con todo, obviamente, hay puntos de intersección: por ejemplo, la experimentación. No hay artista que no sea empírico, siempre queremos ver qué sucede, probar, experimentar, y en eso nos parecemos a los científicos.”
La experimentación guía sin duda el desarrollo de los sorprendentes montajes de este artista y también reside en la filosofía del Concurso Internacional Arte y Vida Artificial VIDA, del que Rafael Lozano-Hemmer fue uno de los impulsores cuando nació hace ya quince años, así como el primer comisario del certamen.
La tecnología y la vida se entrelazan cada vez más en el mundo actual. Por ejemplo, los smartphones incluyen un asistente de inteligencia artificial. A menudo nuestras elecciones diarias están marcadas por una serie de algoritmos diseñados para predecir nuestras intenciones, e incluso los desenlaces de las películas vienen determinados por sistemas de votación…
A juicio de Lozano-Hemmer «diría que la vida artificial es el reconocimiento de nuestra complicidad con la incapacidad de evitar la metonimia. Somos conscientes de que ser nosotros no es algo natural. La vida artificial es el reconocimiento de esa conciencia, de que no hay nada natural en ser uno.”
Con la exposición Abstracción Biométrica, Rafael Lozano-Hemmer persigue sensibilizar al público y lanzarle preguntas que le hagan reflexionar, basándose como siempre en el componente tecnológico.
Las diez obras que componen la muestra están pensadas para interactuar con el visitante. Todas ellas tienen un espíritu lúdico y de experimentación, y solamente adquieren sentido cuando entran en contacto con un ser humano, con las constantes biométricas de las personas.
A modo de ejemplo del tipo de creaciones expuestas, Pulse Room es una instalación compuesta por 300 bombillas incandescentes colgando del techo y distribuidas uniformemente sobre la sala de exposición. Un interfaz situado en un extremo de la habitación detecta el latido cardíaco del visitante, de forma que cuando alguien interactúa con él, el dispositivo enciende la bombilla más cercana, haciéndola brillar al ritmo del corazón.
Por su parte, Pulse Index es un montaje visual que exhibe las huellas digitales de los participantes a la vez que su ritmo cardíaco. El resultado es un inmenso mural que contiene las últimas 765 huellas registradas.
La obra Pulse Tank convierte el pulso del visitante en olas de un tanque de agua, que proyectadas con luz en la pared crean bellas y sugerentes figuras.
Finalmente, Surface Tension es un inmenso ojo humano que va siguiendo con inquietante precisión al visitante.
Son sólo cuatro muestras de lo que se puede contemplar en Abstracción Biométrica, que estará abierta hasta octubre, y que evidencia la tesis del autor sobre la tecnificación del individuo actual, pues como él mismo explica “yo me formé en la Escuela Canadiense de pensamiento sobre la tecnología, bajo esa idea de McLuhan de que la tecnología no es una herramienta, sino que forma parte de nosotros mismos y es imposible separarnos de ella”.