Por si no tuviéramos suficiente con las redes sociales y los juegos multijugador online, a quienes conviven con menores en casa se les va a plantear, más pronto que tarde, si deberían permitir que sus vástagos accedan al metaverso. ¿Es el metaverso apto para niños? Una lucha más a añadir a la lista interminable en la que, como adultos, debemos valorar hasta qué punto es posible que un niño pase tiempo en Internet de forma segura.
Y es que, si se cumplen las promesas de algunos expertos, el metaverso se convertirá en años venideros en una herramienta más a la que acudir con regularidad si somos parte de la sociedad conectada en la que vivimos. Es decir, como ocurre hoy en día con disponer de un smartphone o tener presencia en redes sociales. Es algo que damos por asumido porque es una práctica común en todas partes. ¿Qué hacer, como padres, cuando nuestros hijos nos pidan estar en el metaverso? ¿Será un espacio de convivencia seguro?
Todavía queda camino por recorrer para responder a esa pregunta. En teoría, el metaverso empleará tecnología blockchain para ofrecer privacidad y seguridad al usuario. Pero tal vez no todas las empresas que formen parte del metaverso se tomen la privacidad igual. Y más teniendo en cuenta que si el acceso al metaverso se produce mediante tecnología de realidad virtual, la cantidad de datos que estaremos enviando hará que esos datos sean un botín preciado por anunciantes, empresas de publicidad o incluso aseguradoras. Pero ese es otro tema. Centrémonos en cómo hacer del metaverso un espacio seguro para los niños.
¿Cómo debe ser un metaverso para niños?
El metaverso se va a encontrar con los mismos retos que otros servicios que ya disponemos en Internet. Antes mencioné redes sociales y juegos online, porque son de las actividades en las que los menores pasan más tiempo. Así que nos pueden servir de referencia para saber a qué nos enfrentamos cuando hablamos de metaverso.
En primer lugar, contenido apropiado para niños. Esto es algo a lo que cualquier padre, madre o tutor está acostumbrado a vigilar. Televisión, cine, música, literatura, espectáculos al aire libre, Internet… Vigilar que el contenido que va a consumir un niño sea apropiado para él. ¿El problema en el metaverso? El mismo que encontramos en redes sociales. La facilidad y libertad para generar todo tipo de contenido, avatares o elementos digitales en el metaverso puede hacer que no todas las experiencias del metaverso sean aptas para todos los públicos. Tampoco tiene por qué ser así. Pero será necesario crear advertencias, como los códigos de edad de los videojuegos, para saber qué espacios virtuales son para niños y cuáles no.
Es probable que, a medida que el metaverso va haciéndose más popular, surjan iniciativas como las que hoy tenemos con Roblox o Minecraft. En estas dos comunidades de juego online existen servidores de juego pensados para niños. De manera que bloquean o impiden la proliferación de contenido o actividades para adultos y/o comportamientos reprobables por parte de sus usuarios.
Control parental y realidad virtual
Una de las herramientas más populares que tienen padres, madres y tutores para evitar que los niños se encuentren con contenido no apropiado en Internet es el control parental. Hoy en día, smartphones, ordenadores, consolas de videojuegos y otros dispositivos incluyen este tipo de herramienta para impedir el acceso a determinado contenido. También hay control parental en suscripciones como Movistar+, Netflix o Prime Video.
No sería de extrañar, pues, que en tecnologías en alza como las gafas o cascos de realidad virtual se incluya control parental. Una manera de que los adultos podamos poner límites de tiempo y/o contenido a los menores cuando utilicen la realidad virtual para acceder al metaverso y/o para jugar online. Es más. El control parental también beneficia a las empresas responsables de estas tecnologías, ya que les permite brindar confianza al cliente para que sus hijos las utilicen sin preocupaciones.
En cualquier caso, tampoco es cuestión de delegar toda la responsabilidad al control parental. Como he comentado en varios artículos en el pasado, además de poner límites de tiempo, actividades y contenido, conviene explicar el por qué de esos límites. Puede que antaño el ordeno y mando fuera suficiente. Hoy en día se hace imprescindible la pedagogía. Acompañar nuestras decisiones de una explicación clara y honesta de que no ponemos límites por gusto. Hay razones para ello: privacidad, seguridad, etc.
NFTs, tokens y criptomonedas
Otro tema que debe preocuparnos como padres cuando hablamos del metaverso es el componente monetario, que en determinados mundos virtuales está muy presente. Los juegos móviles y juegos online de éxito como Fortnite ya nos tiene sobre aviso en cuanto al peligro que supone permitir a los menores realizar pagos online o gastar dinero real en elementos virtuales. Los juegos móviles pusieron de moda las microtransacciones, pequeños pagos para desbloquear elementos de los juegos. Con Fortnite, esta moda se ha convertido en muy lucrativa para determinados juegos que incentivan a gastar dinero real.
En el metaverso podemos encontrarnos con algo parecido. El coleccionismo de elementos virtuales como cromos, objetos o avatares en forma de NFTs que se pueden adquirir mediante tokens o criptomonedas que, a su vez, se adquieren mediante dinero real. Hay juegos online del metaverso que basan su éxito en estas prácticas. Controladas, no suponen un problema. Pero en manos de un niño, resulta difícil resistirse a tener lo mejor para tu personaje o avatar aunque implique gastar un dinero al que, por tu edad, no das el valor suficiente.
Está por ver hasta qué punto los niños tendrán contacto con los NFTs, las criptodivisas o los tokens. Esa parte del metaverso no es para niños. Para empezar, hay algunas barreras técnicas para ello. Como la necesidad de crear una criptowallet o monedero virtual. O la necesidad de que un adulto dé permiso a un menor para darse de alta en determinadas plataformas. Con todo, ciertas plataformas ponen impedimentos para darse de alta como menor pero son más bien fútiles, como limitar la cantidad de dinero a retirar o imponer comisiones más altas. Limitaciones que más que ayudar perjudican todavía más al menor.
En definitiva. Con las herramientas necesarias, aportadas por las tecnologías y plataformas correspondientes, el metaverso puede ser un lugar seguro para niños, jóvenes y adultos siempre y cuando todos cumplan con las normas de convivencia y respeto mutuo. Pero como ocurre hoy en día en ámbitos como las redes sociales o los juegos online, conviene estar atentos a qué peligros suponen. Y de qué manera podemos proteger al menor. Con la dificultad añadida de no impedir que se relacione con sus amigos y conocidos a través de estas tecnologías. Tecnologías que, para nosotros, pueden ser desconocidas o difíciles de entender.