Un equipo de investigadores ha obtenido el permiso del gobierno de Burkina Faso para liberar en este país mosquitos modificados genéticamente para combatir la malaria.
La malaria sigue siendo una de las grandes enfermedades a lo largo de amplias zonas del planeta. En 2016 fueron 445.000 personas las que murieron por esta causa , con un alto porcentaje de niños. Una de las regiones que más se ven afectadas por el paludismo es África, donde la escasez de recursos dificulta el acceso a los medicamentos.
Es en este continente donde un equipo de investigadores –procedente de Burkina Faso, Mali y Uganda– ha obtenido permiso para liberar mosquitos modificados genéticamente con el fin de frenar la expansión de la malaria. La estrategia ataca al foco de transmisión hacia los seres humanos, que son los mosquitos del género Anopheles. Pero no lo hace directamente.
En lugar de buscar una fórmula para erradicar a este mosquito de ciertas zonas han puesto en marcha un movimiento menos agresivo, aunque sus últimas consecuencias serían las mismas. Se trata de liberar en las zonas donde hay malaria grupos de mosquitos genéticamente modificados para ser estériles.
De esta forma, los mosquitos introducidos compiten con los originarios de la zona por copular. El resultado es que poco a poco la población de estos insectos disminuye , pues parte de ellos no se reproducirán.
Los investigadores probarán en Bana, un pueblo de Burkina Faso , como un primer acercamiento. Pero después tienen previsto extender las pruebas a los otros dos países que han participado en el trabajo. Es la primera vez que un experimento de este tipo se pone en marcha en África.
Una lucha complicada
La lucha contra la malaria lleva décadas de trayectoria. Cuando las primeras vacunas en animales tuvieron éxito, a finales de los años 60, se logró inmunizar a una persona mediante un tratamiento previo. Las investigaciones han continuado avanzando en este sentido. Pero millones de seres humanos siguen sin tener acceso a este tipo de vacunas y la enfermedad continúa siendo un problema grave.
La estrategia de liberar mosquitos genéticamente modificados es relativamente nueva, pero tiene sus riesgos. Terminar erradicando a un tipo de mosquito en una zona determinada no se sabe qué consecuencias puede tener para el ecosistema local. Y es que estos insectos pueden a su vez mantener a raya a otros organismos de los que se alimentan.
Otro de los grandes retos relacionados con el paludismo es la detección temprana en estas zonas con escasos recursos. También existen trabajos en esta dirección, encaminados a facilitar el diagnóstico. Esta es una de las fórmulas para aumentar el ratio de éxito de los tratamientos de la enfermedad.
Imágenes: mclcbooks, Jim Gathany