Usar teléfonos móviles en hospitales está prohibido y, sin embargo, muchas personas se han saltado esta regla alguna vez. Pero, ¿qué consecuencias puede conllevar esta infracción?
Una cuestión a tener en cuenta cuando entramos en un hospital es la necesaria preservación de la tranquilidad y el ambiente silencioso, tanto para garantizar la concentración en el trabajo de los profesionales sanitarios como por el descanso y bienestar de los pacientes. Es por esta razón, en ocasiones más que por la prevención ante interferencias electromagnéticas, que se han adoptado políticas de prohibición del uso de móviles en hospitales y en otros espacios.
Sin embargo, ¿es cierto que los teléfonos móviles interfieren en los equipos médicos?
Según las conclusiones de varios estudios, el uso normal del móvil no entraña riesgo de alteraciones graves en el funcionamiento de los equipos médicos ya que las radiofrecuencias que emiten los teléfonos no es lo suficientemente alta. De hecho, en los últimos tiempos el número de incidentes relacionados con este tipo de interferencias electromagnéticas de teléfonos móviles y equipos médicos ha sido muy escaso y, por suerte, los efectos han sido leves y reversibles.
En resumen, los teléfonos móviles transmiten radiofrecuencias de baja potencia, algo así como sonidos a volumen muy bajo, que van desde los 450 a los 2700 MHz y que no son audibles para los equipos médicos. Este fenómeno se conoce por las siglas EMI, del inglés Electromagnetic Interference, o interferencia electromagnética, y cobra mayor importancia en los teléfonos móviles de segunda y tercera generación.
Los estudios llevados cabo a principios de siglo recomendaban limitar el uso de los teléfonos móviles en los hospitales, debido a alteraciones manifestadas en el funcionamiento de algunos equipos electromédicos, como monitores de constantes vitales, electrofisiológicos, máquinas de hemodiálisis, ecógrafos, bombas de infusión, marcapasos, etc. No obstante, las interferencias electromagnéticas detectadas en estos aparatos se manifiestan siempre en pruebas realizadas con teléfonos móviles a máxima potencia de emisión y a distancias muy cercanas al equipo. Además, las anomalías producidas nunca resultaron irreversibles.
Aunque los estudios publicados indican que bajo las citadas condiciones de prueba, esto es, potencia sostenida a la máxima proximidad, ciertos dispositivos médicos pueden ser susceptibles a interferencias de teléfonos móviles, hay que tener en cuenta que tales condiciones son improbables en la práctica normal. Además, las nuevas generaciones de teléfonos móviles y los criterios actuales sobre inmunidad electromagnética en la fabricación de los equipos electromédicos están minimizando estos efectos.
Es muy difícil conseguir que un hábito tan extendido en la población, como es utilizar el teléfono móvil en cualquier momento y lugar, tenga que ser totalmente restringido en un hospital, donde miles de personas transitan habitualmente. No obstante, por obligación, por respeto, o simplemente por desconectar un rato de este accesorio que nos acompaña allá donde vamos, apaguemos el móvil al cruzar la puerta del hospital.