Investigadores de la NASA y el MIT desarrollan un nuevo tipo de alas más eficientes que se adaptan a las condiciones de vuelo.
La aeronáutica es de esos campos, como le ha ocurrido a la automoción hasta ahora, donde un concepto de vehículo se ha extendido durante varias décadas sin grandes cambios. Es ahora cuando algunas novedades con voluntad de ser rompedoras se presentan en la industria.
Como no podía ser de otra forma, la creciente electrificación del transporte también se explora en los aviones. Existen varios proyectos en marcha destinados a encontrar fórmulas para acomodar al mercado modelos de aeroplanos eléctricos. Primero se empezará –ya se ha hecho en realidad– por aeronaves pequeñas. Pero la idea es escalar estos motores a vuelos comerciales.
Todo se andará, aunque las mayores innovaciones están por venir. Lo más impresionante de momento se centra en las alas. El concepto de alas ha permanecido prácticamente inmutable desde el principio de la aviación. Incluso desde antes, cuando volar solo se pintaba sobre el papel o en la imaginación. Una muestra del interés en profundizar en la envergadura de los aviones será el nuevo Boeing 777. Este gigante de la aviación tendrá las alas plegables.
Se trata de una novedad, aunque nada comparado con lo que investigan la NASA y el MIT. Su trabajo, del que ya tienen lista la base, con algunos diseños construidos, propone cambiar por completo la parte más emblemática del avión. Han desarrollado un nuevo tipo de alas que se componen de pequeñas piezas ensambladas, con espacio libre entre ellas y con movilidad.
Hasta ahora, los aviones corrigen su trayectoria con maniobras facilitadas por los alerones. Son el alabeo o balanceo (para girar) y el cabeceo (para ascender o descender). Pero los investigadores de la NASA y el MIT han creado un sistema para que permita a las alas realizar estas funciones. Lo hacen mutando su disposición.
Todas las piezas se ensamblan formando un entramado, que se cubre con una fina capa de polímero, el mismo material del que están compuestas las piezas. El trabajo especifica que sería posible incluir motores y cables para producir las fuerzas necesarias para deformar las alas. Pero su objetivo ha sido diseñar una fórmula para que la estructura reaccione automáticamente a los cambios aerodinámicos. De esta forma, se ganaría eficiencia en el vuelo.
Alas más ligeras y adaptables
El diseño favorece que este nuevo tipo de alas sean mucho más ligeras, lo que también contribuye a su eficiencia. En comparación con las tradicionales, hechas de metal u otros materiales, el nuevo concepto mantiene espacios vacíos entre piezas, lo que reduce el peso. Pero no por esto dejan de ser robustas.
La idea de los investigadores es optimizar las alas para maniobras como el despegue o el aterrizaje.
Habitualmente, solo están totalmente optimizadas para el vuelo, pero un ala que se deforma se puede adaptar a cada situación.
Imágenes: NASA, mikecogh