La autoridad portuaria de la capital de Nueva Zelanda usará remolcadores eléctricos para reducir las emisiones contaminantes en sus puertos.
Un viejo puerto de pescadores huele a pescado, a redes y a salitre. Es un aroma que embotellado podría llevar la etiqueta "esencia de mar" sin causar sorpresa ninguna. Pero los puertos comerciales normalmente se arropan con otros efluvios. Y más agudo de todos ellos es el de la combustión del diésel. Una fragancia que lo cubre todo.
Es el sudor de los barcos y es a lo que acaban oliendo los puertos, aunque a nadie se le ocurriría embotellar ese aire. Ni mucho menos etiquetarlo como marítimo. Dejando a un lado los olfatos sensibles, lo cierto es que la contaminación en los puertos es un hecho. Y aquí entra el plan de una de las autoridades portuarias de Nueva Zelanda: The Ports of Auckland.
Esta entidad, que gestiona los puertos comerciales de la capital de Nueva Zelanda, ha encargado la construcción de remolcadores eléctricos para sus puertos. Planea sustituir los habituales barcos, que guían a los de gran calado para su entrada y salida a puerto, por otros no contaminantes. Una nueva propuesta esperanzadora, que se une a las iniciativas en otros países, como Noruega o Holanda.
El fabricante es la compañía holandesa Damen Shipyards. La compañía ha sido la única que ha cumplido con los requisitos exigidos por la entidad neozelandesa. Entregará los barcos en 2021 , con el objetivo de que lleguen nuevos pedidos en el futuro.
No en vano, The Ports of Auckland quiere que en 2040 todos sus puertos estén libres de emisiones. Un objetico ambicioso, pero hacia el que ya se están moviendo las autoridades. Aunque para ello también se deberá fomentar el motor eléctrico en otro tipo de embarcaciones.
Los remolcadores eléctricos podrán hacer entre tres y cuatro movimientos a carga máxima. Esto es el equivalente a tres o cuatro horas de trabajo. Una carga rápida llevará en torno a dos horas. Con este rendimiento es suficiente para las necesidades de los puertos de Auckland.
Una búsqueda pionera
The Ports of Auckland comenzó a buscar una empresa que fabricara remolcadores eléctricos en 2016. Al principio se encontraron con un desierto de propuestas. Cada puerta que tocaban se les cerraba con el mensaje de que aquello era imposible.
Sin embargo, finalmente la entidad logró que los astilleros Damen Shipyards se hicieran cargo de su pedido. El resultado ha sido una embarcación de remolque que costará el doble que su equivalente en diésel. Normalmente, un remolcador tradicional cuesta entre 8 y 9 millones de dólares.
Sin embargo, los costes operativos del remolcador eléctrico serán me nos de un tercio que los de su equivalente en diésel. Así que la entidad considera que a lo largo de su vida útil, las operaciones de la embarcación ahorrarán en torno a 12 millones de dólares.
Imágenes: The Ports of Auckland
