OPTICAN-1, el primer cable submarino de fibra óptica de España

En el fondo de mares y océanos se encuentra una extensa autopista que une los cinco continentes y soporta las comunicaciones del mundo globalizado en el que vivimos: los cables submarinos. Estas vasta red que, en la actualidad transporta el 90% del tráfico de Internet, nació a mediados del siglo XIX con la expansión del telégrafo y, poco a poco, fue evolucionando tanto en tecnología como en capacidad y tamaño, hasta llegar a los grandes cables submarinos de fibra óptica que hoy conocemos, como por ejemplo el SAM-1 de Telefónica.

La segunda gran revolución en la historia de los cables submarinos llegó a principios de los años 80, momento en el que comenzaron a vislumbrarse las capacidades de la fibra óptica frente al cable coaxial (lo que se utilizaba en ese entonces) que, al final, llevaron al cambio tecnológico y a nuevos despliegues, esta vez ya con cables de fibra óptica. Este cambio tecnológico, como nos podemos imaginar, también se reflejó en España y, en 1983, Telefónica (por aquel tiempo, Compañía Telefónica Nacional de España) decidió adoptar el uso de la fibra óptica en un proyecto experimental llamado OPTICAN-1.

Mapa Islas Canarias

OPTICAN-1 fue el primer cable submarino de fibra óptica que se desplegó en España aunque, eso sí, su propósito era experimental, es decir, probar la nueva tecnología y perfeccionar las técnicas de despliegue, operación y, cómo no, la reparación. Teniendo en cuenta estos requisitos de partida, la ubicación elegida para el despliegue de este cable fueron las Islas Canarias, concretamente, uniendo las Islas de Tenerife y Gran Canaria donde, además, se explotaría el cable con fines comerciales (como complemento a las pruebas).

Un primer despliegue requiere un período de adaptación y adopción de conocimiento, así como la búsqueda de posibles socios tecnológicos que puedan aportar know-how al proyecto. En este sentido, Telefónica suscribió un acuerdo de colaboración con AT&T (American Telephone and Telegraph Corporation) para realizar este despliegue en el que participaría un buque cablero de AT&T que, con el paso del tiempo, se convertiría en una leyenda en este campo el CS Long Lines (que estuvo en servicio entre 1963 y 1992, realizando más de 20 misiones de despliegue).

OPTICAN-1 era un cable que unía Las Palmas de Gran Canaria y Calendaria en la Isla de Tenerife y que, además, se convertiría en uno de los primeros en utilizar repetidores de señal en trazados de aguas profundas. El cable portaba 3 pares de fibras y, con respecto a sus características, las fibras estaban rodeadas de un tejido elástico para su protección, además de hilos de acero que, a su vez, estaban recubiertos por un malla de cobre para alimentar los repetidores de señal al inyectar una corriente sobre dicha malla.

Tras un primer estudio del lecho marino y el trazado a que seguiría este cable, los trabajos de despliegue se desarrollarían entre los meses de septiembre y octubre del año 1985 y, en una primera fase, se instalarían solamente dos repetidores de señal para probar su funcionamiento, teniendo en cuenta que existía una separación entre ellos de 52 kilómetros. Tras probar sus resultados, el equipo del proyecto decidió aumentar el número de repetidores a desplegar en el trazado y realizaron un trabajo programado de reparación en el que insertaron otro repetidor más, cambiando el tramo de cable que unía los dos repetidores originales por un cable que ya llevaba un pequeño repetidor y que, tras su instalación, dejó el OPTICAN-1 con tres repetidores, separados entre sí cada 30 kilómetros aproximadamente.

Otro de los aspectos a testar en el OPTICAN-1 eran las estaciones que harían de terminación en cada extremo del cable, es decir, el par de estaciones situadas a cada extremo del cable que hacían unían el cable submarino con la red terrestre y, además, también se comprobarían los sistemas de control del cable (monitorización del enlace) y los sistemas de actuación remota (conmutación entre láseres de redundancia, por ejemplo).

Long Lines

Para Telefónica, además de adquirir conocimiento, el OPTICAN-1 suponía un despliegue con fines de explotación comercial y, de hecho, así se hizo: este cable cursó una buena parte de las comunicaciones entre las islas de Gran Canaria y Tenerife. Desde el lado de AT&T, el proyecto supuso el establecimiento de unas pruebas piloto que servirían de base para la realización de proyectos de mucha más envergadura, como el del cable submarino TAT-8 (que estuvo en servicio hasta el año 2002).

Este piloto a gran escala sirvió para unir dos de las islas del archipiélago de las Islas Canarias y para aprender y depurar la técnica de despliegue y operación de los cables submarinos de fibra óptica. Al OPTICAN-1 le seguirían otros proyectos hasta llegar a nuestros días, y proyectos como el TAT-10, en los que también participaría Telefónica uniendo España con dicha infraestructura, no hubiesen sido posible a mediados de los años 90 puesto que, para unir España con el TAT-10, se tendería el cable submarino RIOJA desde Santander hasta el sur de Inglaterra.

A nivel nacional, al OPTICAN-1 le seguirían otros cables como el PENBAL III, que unía la Península y las islas Baleares, el PENCAN IV, que unía la península y Canarias (triplicando la capacidad de tráfico de las Islas), o el trazado Almería-Melilla (que, en sus 200 kilómetros, carece de repetidores y marcó un récord de distancia cubierta sin usar este apoyo); un despliegue de infraestructuras que sigue vigente al día de hoy, por ejemplo, con la puesta en servicio en el año 2011 del cable PENCAN 8 entre Conil (Cádiz) y Tenerife, que posee una capacidad de 5,2 Tbps.

Imágenes: Ship Spotting, NEC y Zonu.com

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