La teoría de un especialista en Psicología Evolutiva relaciona este tipo de comida con la evolución. Hace miles de años, nuestros antepasados buscaban alimentos con una serie de componentes, que son precisamente los que tiene la comida basura.
Engorda y no es, precisamente, muy saludable, pero nos encanta. ¿Por qué? ¿Alguna vez te has preguntado por qué nos gusta tanto la comida basura? El sabor es un factor importante, desde luego, pero hay otros.
David Buss, profesor de Psicología en la Universidad de Austin, en Texas, Estados Unidos, especializado en la Psicología Evolutiva, considera que la razón principal de esta atracción es la evolución.
Hace miles de años conseguir comida era todo un desafío. Entonces, con los recursos de los que disponían, esta actividad era lenta y, en muchos casos, peligrosa: podían morir en el intento. Así que, para sobrevivir, desarrollaron un mecanismo inconsciente para identificar de forma rápida cuáles eran los alimentos en los que merecía invertir tiempo y esfuerzo y en cuáles no.
Una estrategia aprendida y heredada
De acuerdo con Buss, estos alimentos tenían varios componentes, relacionados con funciones básicas del organismo. A saber: grasas, azúcar y sal. El azúcar, cargado de glucosa, sirve para producir energía. Las grasas son otra fuente de energía, que actúan cuando las reservas se van agotando. Y la sal regula las necesidades de sodio, que a su vez ayuda a controlar los líquidos del cuerpo y los impulsos nerviosos.
Estos tres ingredientes están presentes en la comida rápida. Según el profesor, esta estrategia ancestral de selección alimenticia aún perdura en nosotros, nuestro cerebro sigue asociando los alimentos ricos en ellos como beneficiosos.
La comida rápida activa los sistemas de recompensa del cerebro
Una investigación llevada a cabo por un equipo de la Universidad de Yale apoya su teoría. Realizaron un estudio a 200 personas enseñándoles fotografías de alimentos familiares, a la vez que les hacían una resonancia del cerebro para comprobar su respuesta. Concluyeron que los circuitos neuronales en el sistema de recompensa del cerebro se activaron más cuando los participantes vieron imágenes con comidas dotadas de alto contenido en grasas y carbohidratos.
Dana Small, autora principal de este estudio, lo explica con que “el cerebro sobreestima su valor energético” y, por eso, lo desea más.
Potenciadores químicos
No obstante, esta reacción evolutiva no es la única para explicar por qué la comida basura nos gusta tanto. Conocemos que la industria que fabrica este tipo de comida añade ciertos ingredientes para generar más gusto y adicción. Es el caso de los potenciadores de sabor, que estimulan las glándulas gustativas y producen una mayor sensación de satisfacción.
El glutamato monosódico, por ejemplo, es un compuesto habitual en hamburguesas y pizzas, que inhibe nuestra sensación de saciedad, generando que tardemos más tiempo en llenarnos y continuemos comiendo, sin parar.
Para saber más
Las consecuencias de la alimentación en nuestra salud se están examinando con detalle. Puedes conocer más sobre este tema en el documental de Netflix What the Health. También puedes conocer cuáles han sido los más decisivos en nuestra historia en La comida que cambió el mundo, en Movistar+.
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Ilustración de la cabecera: Gonzalo Chávarri.