Las DNS son el sistema que utilizan equipos y servidores para entenderse y resolver peticiones adecuadamente.
Ocurre a veces que algunos conceptos que aparecen repetidamente en nuestra intensa relación diaria con Internet no siempre están claros. Uno de los términos que entra dentro de este saco son las DNS. Para empezar estas siglas significan Domain Name System, una especificación bastante clarificadora. Pero realmente es a partir de aquí cuando surgen las complicaciones.
En los tiempos en que la Red era minúscula no existían nombres de dominio como tal, se llegaba a los sitios web a través de las direcciones IP, un conjunto complejo de números. Sin embargo, en cuanto Internet empezó a crecer se hizo difícil recordar más de un puñado de direcciones, con lo que los informáticos Paul Mockapetris y Jon Postel crearon el Domain Name System (DNS).
Este sistema vertebra las entrañas de Internet, conectando los nombres de dominio que escribimos en el navegador con las direcciones IP a las que están asociadas. Para entender qué son las DNS y qué papel cumplen es necesario explicar paso a paso el proceso que tiene lugar al visitar una página web.
¿Cómo funcionan las DNS?
Antes de nada hay que tener claro que todo dispositivo conectado a Internet tiene una dirección IP. Cuando un usuario va a visitar una página lo primero que ocurre es que el Cliente fase 1 (que puede ser el navegador u otra aplicación si se diera el caso) se comunica con el servidor DNS local del equipo, que son las direcciones de DNS que introducimos para configurar la conexión a Internet. Si la página no está guardada en la memoria caché el equipo envía una petición a los servidores DNS en el exterior.
Los servidores DNS son la clave de todo el proceso. Su papel consiste en traducir el nombre de dominio en la dirección IP correspondiente. Para hacer este trabajo utiliza una base de datos distribuida y jerárquica que contiene una serie de nombres de dominio. A esta base de datos acuden para comprobar si el nombre de dominio está contenido en su memoria caché. Si no lo está reenvían la petición a otro servidor.
Aquí es donde entra el concepto de las zonas de autoridad. Cada una de ellas abarca una extensión de dominio (como el .com) o más. Son grupos de servidores, generalmente con una capacidad mucho mayor que los servidores DNS. Tienen toda la información sobre los nombres de dominio que estén bajo su extensión. Tras la petición comprueban en qué máquina está almacenado un dominio y devuelven el dato. El servidor DNS de nuestro equipo se dirige a esta máquina y hace la petición. Se le devuelve una dirección concreta (una máquina puede contener muchas webs), que finalmente nuestro DNS pone en el navegador para abrir la página.
Imágenes: andrewfhart y Wikimedia